La Crónica: Maratón de 12 horas de terror (TerrorMolins 2018)

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Un año más, y con este ya van tres. Vuelvo a disfrutar (y en algunos momentos sufrir, todo quede dicho) de la maratón de TerrorMolins. Después de asistir a las ediciones de 2016 y 2017, tocaba afrontar una nueva larga jornada de terror y buena compañía. En la crónica de hoy: «Maratón de 12 horas de terror (TerrorMolins 2018)».

La maratón

Como ya comentó en su entrevista el coordinador del festival, Roger Sàbat, la maratón de 12 horas de terror de Molins de Rei es la proyección de películas continuadas más antigua del estado. Un evento al que considero que se ha de asistir al menos una vez en la vida, tanto si eres fan del fantástico y del terror como del cine en general.

Antes de las proyecciones y para amenizar las esperas entre película y película, se realizaron diversas performance inspiradas en obras clásicas de terror: «Hellraiser», «La matanza de Texas» o «El exorcista» fueron algunas de las homenajeadas.

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Pero sobretodo, a las 12 horas de terror se va a compartir el buen ambiente generado por un público volcado en disfrutar de la experiencia. Gritos, risas, cabezadas y ronquidos son habituales en una jornada que va haciendo mella en el sueño de los participantes, pero nunca en su estado anímico y sus ganas de pasarlo bien. Por delante lo siguiente:

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Así que no me extiendo más, y paso a hablar de las películas vistas en la maratón.

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«Summer of 84» (2018)

de Anouk Whissell, François Simard y Yoann-Karl Whissell

El verano de 1984 es perfecto para tener 15 años y vivir en una zona residencial en la que es complicado meterse en problemas. Pero cuando una serie de asesinatos se suceden cerca, el joven Davey Armstrong sospecha de la culpabilidad de su vecino policía.

«Summer of 84» es la nueva película del triplete de directores que realizaron en 2015 esa pequeña locura llamada «Turbo Kid». En esta ocasión se alejan de la ciencia ficción de serie B para ofrecer una propuesta mucho más convencional que sigue la estela de películas como «It» o series como «Stranger Things», centrándose en las aventuras de un grupo de adolescentes en los años 80. Davey Armostrong es un joven de 15 años que está obsesionado con las teorías de la conspiración. En su pueblo nunca sucede nada hasta que en las zonas de alrededor se cometen una serie de asesinatos. Atando cabos, Davey cree que su vecino policía es el principal sospechoso, y convence a su grupo de amigos para espiarle y poder conseguir pruebas que lo incriminen. La genial ambientación y el carismático grupo de jóvenes son lo mejor de una historia que carece de la suficiente tensión como para mantener la atención a lo largo de la película. La obra intenta enganchar y descolocar al espectador con un gran giro argumental, pero resulta previsible y descafeinado. Entretenida y poco más.

Ghostland

«Ghostland» (2018)

de Pascal Laugier

Una madre y sus dos hijas se dirigen a la casa que han heredado de una familiar lejana. En su primera noche en la casa, se verán atacadas por dos despiadados asesinos, y la madre se verá obligada a luchar por la vida de sus dos hijas.

«Ghostland» es la última obra de Pascal Laugier, el director de culto de la prestigiosa película de terror «Martyrs». En esta ocasión vuelve a ser el responsable de la dirección y el guion para narrar los horrores vividos por una madre y sus dos hijas al ser acosadas violentamente por dos extraños personajes. Pocos preámbulos para una propuesta que arranca con intensidad desde su inicio para no darnos un respiro hasta finalizada su proyección. Una casa antigua llena de muñecas, marco ideal para transmitir malas sensaciones, unas actrices jóvenes que transmiten veracidad con sus actuaciones llenas de sufrimiento y unos salvajes malvados de aspecto extremo que acabarán con los nervios del espectador. La historia propone un giro argumental inesperado que rompe a cualquiera y que ensalza a la película a otro nivel. Como anécdota, comentar que la actriz Taylor Hickson de 20 años, se desfiguró la cara al filmar una de las escenas en las que tenia que atravesar una pantalla de cristal, cortándose el pómulo y necesitando casi 70 puntos. Intensa hasta decir basta, no te permite despegar los ojos de la pantalla.

El film de Pascal Laugier consiguió el premio al mejor guion y el premio del público en el festival.

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«The Devil’s Doorway» (2018)

de Aislinn Clarke

Dos sacerdotes vaticanos, en la Irlanda de 1960, son llamados a visitar un convento de clausura en el que ha sucedido un milagro: una virgen ha llorado sangre. En su investigación descubrirán los abusos de las monjas allí residentes y la realización de extraños rituales.

«The Devil’s Doorway» es un nuevo found footage que ofrece una propuesta excesivamente vista y acaba cayendo en la convencionalidad. Para los no iniciados, el found footage es un género que prolifera en el cine de terror, filmado en tono de falso documental y que se basa en el rescate de un material filmado como si fuera real. En esta ocasión, el material encontrado es el de dos monjes que han ido a investigar un convento de clausura donde supuestamente ha habido un milagro y una virgen ha llorado sangre. Lo que allí encontrarán serán monjas satánicas, posesiones y rituales que acabarán con la cordura de los dos monjes, y por qué no decirlo, con la paciencia del espectador. Paisajes comunes y situaciones mil veces vistas en un género accesible para nuevos autores pero que necesita urgentemente de una reinvención si no quiere resultar cargante para un público cansado de la repetición de esquemas. Salvo de la quema la actuación de Lalor Roddy, interpretando al sacerdote veterano que se replantea su fe y que también convenció al jurado del festival de TerrorMolins, concediéndole la mención especial del jurado. Desesperante y carente de originalidad.

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«One Cut of The Dead» (2018)

de Shin’ichirô Ueda

Durante el rodaje de una película de zombis de serie B, el equipo sufre el ataque de un auténtico apocalipsis zombi.

«One Cut of The Dead» fue la película sorpresa que propuso el equipo de TerrorMolins para la maratón de 12 horas de terror. Una elección esplendida y que reanimó los ánimos después del planchazo de la anterior película. Normalmente recuperan obras clásicas que tienen vinculación con el director elegido en cada festival o con algún suceso destacado del año cinéfilo, pero para esta edición han querido ofrecer una película de éxito reciente que haya triunfado en su paso por otros festivales. La elección de «One Cut of The Dead» no pudo ser más acertada. Risas y aplausos a lo largo de la película y un gran sabor de boca después de su visionado.

Me reafirmo en lo que comenté después de verla en el festival de Sitges. La propuesta más humilde, original y divertida vista este año 2018 en una pantalla de cine, de largo.  Además, aguanta perfectamente un segundo visionado. ¿Qué más se puede pedir?

Lasso

«Lasso» (2018)

de Evan Cecil

Simor y Kit organizan excursiones para ancianos. Su último viaje les lleva a un pueblo en el que se celebra una fiesta en un rodeo. Después de disfrutar de la jornada, los vaqueros que parecían ser normales durante el día, se vuelven asesinos sangrientos durante la noche.

Seré justo con «Lasso»: la hora hizo mella en mi aguante y vi la película por fascículos entre cabezada y cabezada. Es la típica obra de serie B que con una breve premisa ofrece un festival de muerte y sangre a unos espectadores que disfrutan de su visionado y que después olvidan la película al poco tiempo. Risas y algunos aplausos en la sala (momentos en los que conseguí salir de mi estado catatónico). No hay más que añadir.

PuppetMaster

«Puppet Master: The Littlest Reich» (2018)

de Sonny Laguna y Tommy Wiklund

Edgar encuentra un muñeco macabro en la habitación de su hermano fallecido y decide venderlo en una convención sobre unos conocidos asesinatos estatales. Una extraña fuerza maligna da vida al muñeco y se desata una matanza en pleno simposio.

«Pupper Master: The Littlest Reich» es la última película de una larga saga de obras de terror de serie B sobre el tirititero Andre Toulon, un maestro que consigue dar vida a sus figuras para que maten a todo aquél que se cruce con ellas. Una obra escrita por el gran S. Craig Zahler que tengo pendiente de visionar. A esas horas ya me dirigía cansado y somnoliento hacia la estación de tren para volver a casa.

Un año más, otra maratón de terror en TerrorMolins. Por delante tocaba pasar una semana de mal humor por la falta de sueño, y a la vez, el resurgir de una sonrisa imparable al recordar la gran experiencia vivida y compartida con el resto de público en la sala Peni de Molins de Rei. Por tercera vez lo digo: el año que viene, repito, FIJO.

¡Larga vida a TerrorMolins!

PD. La foto de cabecera del artículo es de los voluntarios y voluntarias que colaboraron con el festival. ¡Un aplauso a su dedicación desinteresada!

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