Hay directores que por su atrevimiento rompen esquemas preestablecidos e irrumpen con fuerza en el panorama cinematográfico. Es el caso de Steven Craig Zahler, un director de fotografía, músico y escritor, que ya dio el campanazo en 2015 con su ópera prima y que repitió sorpresa en 2017. En la sesión continua de hoy toca hablar de “Bone Tomahawk» y «Brawl in Cell Block 99».
“Bone Tomahawk”: Western sangriento
Título original: “Bone Tomahawk” (133 min.)
Año: 2015
Director: S. Craig Zahler
Guion: S. Craig Zahler
Reparto principal: Kurt Russell, Patrick Wilson, Matthew Fox y Richard Jenkins
Género: Comedia, Terror, Western
Sinopsis: En Bright Hope no reciben amablemente a los forasteros. Una noche en la que aparece uno que se comporta de forma extraña, será disparado y detenido por el sheriff del pueblo. Samantha O’Dwyer se encargará de extraerle la bala en el calabozo esa misma noche. Por la mañana, el pueblo se dará cuenta de que Samantha y el ayudante del sheriff, han desaparecido.
Opinión: La mezcla de géneros en una película suele ser algo atrevido y funciona en muchos registros diferentes aunque lo podemos encontrar habitualmente en obras de terror o thrillers, donde es más fácil esa mezcla con el drama o la comedia. Pero hacerlo no es sencillo. Puede ser que alguno de los elementos decante la balanza de forma desproporcionada o que en esa mezcla algo sobre y desmerezca el resultado global. En esta ocasión, en la mezcla hay géneros que despuntan respecto a otros, pero su combinación funciona a la perfección.
«Bone Tomahawk» arranca con dos personajes despreciables que se dedican a asaltar a gente acampada durante la noche para robarles sus pertenencias. Los dos miserables tendrán un incidente en una tierra extraña, en el que uno de ellos conseguirá escapar y alcanzar el pueblo de Bright Hope. Su llegada no gustará a los aldeanos, y el sheriff del pueblo en un enfrentamiento, le disparará en la pierna y lo detendrá. Para curarle la herida de la pierna y extraerle la bala, buscarán al médico del pueblo, pero al encontrarlo borracho, decidirán pedirle ayuda a Samantha O’Dwyer, mujer con nociones de medicina y pareja del capataz. No será una operación compleja, pero supondrá que pase la noche fuera de casa. Al llegar el amanecer, el sheriff recibe la noticia de que un mozo del pueblo que custodiaba unos caballos ha sido asesinado, y que Samantha y su ayudante, han desaparecido. Alguien ha llegado al pueblo y los ha secuestrado. Rápidamente se organizará una partida para salvar a Samantha y al ayudante del sheriff, formada por cuatro personas: el sheriff (un siempre imponente Kurt Rusell), el ayudante suplente (encarnado por Richard Jenkins, en un personaje parlanchín y que consigue ganarse la simpatía del espectador), un galán voluntario (Matthew Fox en un registro fuera de lo habitual) y la pareja de Samantha (un sufrido y muy físico Patrick Wilson). Juntos emprenderán una misión suicida para salvar a los secuestrados.
La película mezcla tres géneros de forma muy particular: el western, el terror y la comedia. Todos en su justa medida, predominando durante todo el relato el western con toques puntuales de humor negro, hasta alcanzar un tercer acto en el que se desata el terror y el gore. Eso se consigue gracias a un magnífico guion que se toma muy en serio su propia formula y a una dirección que economiza sus recursos y que ofrece un tempo que hipnotiza al espectador. El viaje de los cuatro jinetes para rescatar a los secuestrados se extenderá en el tiempo, convirtiendo la obra en una especie de road movie ambientada en el oeste en la que empatizaremos con el cansancio y las desgracias que le vayan aconteciendo al grupo al paso de los días. Viajar en el oeste tenia que ser algo muy parecido a lo que muestra la obra de Zahler.
El quiebro lo sufrimos al llegar los jinetes a su destino. Por poco que sepamos de la película, se conoce su cambio de género, del western al terror, por lo que como espectadores estamos esperando ese golpe de efecto. Y aún así, la película te deja noqueado. El tercer acto se convierte en algo tan salvaje, que aunque se haya estado a la expectativa, la obra te pasa por encima, y lo hace manteniendo la coherencia dentro de su propia narración. Una valentía arriesgada, que exige complicidad por parte del espectador, pero que funciona a la perfección. Eso sí, no hay que olvidar que la obra ha sido premiada en Sitges, en el Festival Internacional de Cine Fantástico de Catalunya, con el galardón al mejor director y el premio de la crítica. Dice mucho de a que público se dirige la película. Aviso.
Lo mejor: el tono a western clásico que tiene los dos primeros tercios de la película. Como descoloca el brutal último tercio. Los cuatro protagonistas masculinos funcionan a la perfección. El humor sutil que desprenden todos los diálogos de la película.
Lo peor: algunos detalles en la producción, aunque no desmerecen el conjunto. No es apta para todos los públicos, de hecho, está dirigida a un segmento muy específico de espectadores que disfruten de la mezcla de géneros y no les genere rechazo la casquería.
Nota: 8/10
“Brawl in Cell Block 99”: Liberando a la bestia
Título original: “Brawl in Cell Block 99” (132 min.)
Año: 2017
Director: S. Craig Zahler
Guion: S. Craig Zahler
Reparto principal: Vince Vaughn, Jennifer Carpenter, Marc Blucas y Don Johnson
Género: Drama, Thriller
Sinopsis: Bradley pierde su empleo de mecánico y al llegar a casa tiene una fuerte discusión con su mujer. Su matrimonio está a punto de acabarse. Decide tomar una decisión que cambiará su vida: va a trabajar con un viejo amigo traficante de drogas. Todo parece ir bien hasta que un incidente le lleva a la cárcel…
Opinión: En los años 70 se puso de moda dentro del cine policial y de acción, la figura de un personaje protagonista que se tomaba la justicia por su mano. Normalmente debido a que bandas criminales habían abusado y asesinado a su familia. La respuesta del protagonista era realizar una venganza personal en la que no se dejaba títere con cabeza. Uno de sus principales representantes era Charles Bronson y su saga «El Justiciero», aunque se ha de reconocer la influencia de «Harry el Sucio» en sus obras. En esa misma época, surgió el grindhouse, que pretendía ser el contrapunto a la programación blanca y neutra de la televisión, y se basaba en mostrar a través de películas de poco presupuesto escenas con muchas escenas de sexo, violencia y temas bizarros. La segunda película de Steven Craig Zahler ofrece una mezcla de esos dos «géneros».
«Brawl in Cell Block 99» pone todo el peso en el personaje de Bradley, un hombre grande y fuerte, con la cabeza afeitada y una gran cruz tatuada en su nuca. La película arranca con el día en que tomará una mala decisión que cambiará el resto de su vida. Bradley será despedido de su trabajo de mecánico de coches, y al llegar a casa, descubrirá que su mujer le ha sido infiel. Para gestionar todo su odio y frustración y no agredir a su mujer, decide mandarla dentro de casa y el se quedará destrozando su coche con sus propias manos, de una forma salvaje. Aquí se muestra la fuerza bruta que tiene el personaje protagonista, y que es capaz de hacer usando solo sus manos. Después de una charla tensa pero en la que se muestra especialmente comprensivo, decide seguir adelante con su matrimonio y apostar por trabajar para un viejo amigo que se dedica al tráfico de drogas. Todo parece irle bien, tiene un buen coche, una gran casa y su mujer vuelve a estar embarazada. Pero en un mal golpe, en el que se ven envueltos en un tiroteo con la policía, le llevará directo a la cárcel. Tocará estar allí y volver con su mujer y su hijo al finalizar su condena, pero las cosas se complican todavía más cuando en una visita aparece la gente que le hizo el último encargo. Le obligarán a que siga trabajando para ellos dentro de la cárcel, o se arrepentirá de no hacerlo.
Vince Vaughn es el centro de la película. Seguiremos sus pasos desde el momento en que toma una mala decisión y decide volver al mundo de las drogas hasta su último suspiro de vida. En ese recorrido habrá muerte, sangre y muchos huesos rotos. La ferocidad de su personaje contrasta con su gran sentido de la ética y unos valores propios que llevará al extremo, y a los que tendrá que enfrentarse inevitablemente, muy a su pesar. Con pocas palabras y una actuación especialmente física, consigue que nos pongamos en su piel, pese a la crueldad de sus actos. Y es que el personaje desencadena un nivel de violencia como pocas veces se ha podido ver en pantalla. Sus manos se convierten en armas de destrucción que resultan imparables, y cualquiera que se cruce con ellas desearía no haberlo hecho.
La segunda obra del director consigue de nuevo una combinación que funciona correctamente, aunque sin alcanzar el nivel de su ópera prima. En esta ocasión mezcla el cine de venganza, o de justicieros, con el grindhouse más extremo de los años 70. Y lo hace siguiendo la fórmula que el mismo creó para «Bone Tomahawk»: cocinar a fuego lento la trama, ir dando pistas de por donde puede ir la historia, hacer que el espectador espere esa explosión de violencia, hasta alcanzar momentos tan extremos que resulte de nuevo algo inesperado. Es cierto que el guion plantea bastantes situaciones que pueden chirriar (cárceles que parecen mazmorras de la inquisición o unas categorizadas de alta seguridad en que los guardas no están al mismo nivel), pero que si las dejamos pasar, no serán impedimento para disfrutar plenamente de la experiencia. Zahler cambia el oeste y la mezcla de western y terror para centrarse en un mundo carcelario y mezclar el cine de venganza con el grindhouse, pero se sigue notando su toque personal. Eso sí, de nuevo, la película se dirige a un público muy específico e igualmente, consigue que te pase por encima y te aplaste. Segundo aviso.
Lo mejor: Vince Vaughn en la mejor actuación de su carrera. Física, dura y honesta. La conexión que consigue que sintamos con el protagonista, pese a su brutalidad. Lo fácil que es dejarse llevar por ella hasta convertirse en una propuesta absolutamente bizarra.
Lo peor: repite el esquema global de «Bone Tomahawk» (largo planteamiento hasta un brutal desenlace) pero cambiando género, situación y personajes. Funciona, pero no de forma tan brillante, perdiendo el factor sorpresa. Puede no gustar a mucha gente, ya que vuelve a dirigirse a un público muy específico.
Nota: 6’5/10
Me quedo con…
«Bone Tomahawk». La mezcla de western y terror funciona a la perfección, cuenta con una historia que se cocina a fuego lento y con unos personajes con mucho carisma, en el que despuntan especialmente Kurt Russell y Patrick Wilson. Su tramo final es violento y atroz, pero coherente dentro de su relato. «Brawl in Cell Block 99» ahonda en su esquema, centrándose en explicar la historia de forma detallada, esta vez ambientando la obra en el mundo carcelario, y poniendo a un único y salvaje protagonista encarnado por Vince Vaughn, que ofrece la mejor actuación de su carrera. La fórmula no funciona tan bien como en la ópera prima de Zahler, sobretodo porqué se pierde el factor sorpresa y porqué el guion no resulta tan brillante, pero resulta un afianzamiento de la manera de entender el cine de su director. A sangre y fuego.