Grandes sagas: Matrix

Mas de 20 años después del estreno de la película original, obra de culto que forma parte del imaginario colectivo, llega a las salas de cine una inesperada cuarta entrega que se estrena con fuerza para remover los cimientos del universo creado por Lilly y Lana Wachowski. Toca tomarse la pastilla roja y descubrir que se oculta detrás de esta odisea ciberpunk. En grandes sagas, hoy: Matrix.

Matrix (1999)

de Lilly Wachowski y Lana Wachowski

Thomas Anderson es un programador de una compañía de software. Fuera del trabajo es Neo, un hacker que no se siente cómodo con el mundo que le rodea.

La realidad objetiva sobre el mundo en el que vivimos, sobre la percepción de todos los elementos que nos rodean, ha sido largamente debatida a lo largo de la historia de la humanidad. El mito de la caverna de Platón, el mundo de los sueños de Zhuangzi o el poema de Parménides, son ejemplos clásicos de cómo se ha explorado la confrontación del ser humano frente al mundo con el que interactúa. El cine también se ha hecho eco de esta contraposición, y uno de los grandes estandartes de este dilema, es la obra de las hermanas Wachowski, Matrix, un icono del séptimo arte que ha trascendido más allá del propio film. La obra de ciencia ficción con elementos ciberpunk y claras influencias del anime y del cine de artes marciales oriental, ofrece un equilibrio perfecto entre suspense y carga filosófica con escenas de acción cargadas de espectacularidad. Los efectos especiales están creados con un claro propósito de deslumbrar y materializar en pantalla lo que plantea la historia, creando un elemento característico de la película que ha sido mil veces copiado en otras películas de género: el tiempo bala. Un efecto basado en ralentizar la acción al máximo dando libertad a la cámara para moverse alrededor de la escena mientras el tiempo se languidece. Un año antes se estrenaba Dark City de Alex Proyas, un film con una premisa y recorrido muy diferente pero que ya exploraba la misma temática planteada, ofreciendo una estética en la que claramente se inspira Matrix, pero la obra protagonizada por Keanu Reeves, Laurence Fishburne, Carrie-Anne Moss y Hugo Weaving consigue alcanzar cotas de excelencia tales que trascendió entre crítica y público hasta convertirse en auténtico referente de la cultura pop. Película de culto que se convirtió en obra de referencia e inspiración para múltiples films posteriores.

Matrix Reloaded (2003)

de Lilly Wachowski y Lana Wachowski

Neo y la tripulación continúan su lucha contra las máquinas en Matrix y en el mundo real.

El impacto de Matrix fue enorme, y saber que las hermanas Wachowski habían planteado la saga como una trilogía en la que desarrollar todo el universo iniciado en la primera parte, hizo que todas las personas seguidoras de la película original estuvieran deseosas de ver las continuaciones. Las siguientes películas se filmaron conjuntamente y se dividieron en dos films, en un ejercicio parecido al realizado con la trilogía de El señor de los anillos de Peter Jackson. Un presupuesto mayor, más escenas de acción y más filosofía, y, sin embargo, un resultado mayormente anodino y alejado de la excelencia mostrada en la obra primigenia. Matrix Reloaded muestra el mundo dominado por las máquinas que se intuía en la obra original, poniendo excesiva luz en algo que se desarrollaba con más profundidad en un nuestra mente bajo el misterio inicial, y pone en primer plano el último reducto de supervivencia de la especie humana, lugar en el que se suceden escenas de auténtica vergüenza ajena (esa batucada derivada en orgía dancística, la pareja protagonista deseosa de tener un espacio para poder practicar sexo, los seguidores de la profecía dando ofrendas a Neo…). También llena de sermones vacuos y verborrea intrascendente el discurso filosófico (lo de Merovingio es a todas luces, excesivo), y extiende hasta el infinito unas escenas de acción que resultan espectaculares, aunque también sumamente agotadoras. Lo que consigue salvar de la quema a la segunda parte de la trilogía son dos elementos claves: el coherente y sorprendente giro argumental que plantea y la derivación de Hugo Weaving, el sr. Smith, en virus implacable.

Matrix Revolutions (2003)

de Lilly Wachowski y Lana Wachowski

Las máquinas invaden Zion y los seres humanos han de luchar con todo lo que tienen para defender el último bastión de la humanidad.

El cierre de la trilogía original no hace más que corroborar el agotamiento que transpiraba la saga tras Matrix Reloaded. Con las cartas sobre la mesa, Matrix Revolutions decide reducir la carga filosófica de la anterior entrega para aumentar las escenas de acción, pero vuelve a caer en los mismos errores que en la segunda parte: extender las persecuciones y los enfrentamientos hasta conseguir que sean sumamente cargantes y recuperar discursos extenuantes en ciertos momentos para profundizar en dilemas éticos y filosóficos que resultan menos grandilocuentes de lo pretendido. El enfrentamiento en el mundo real entre las máquinas y los seres humanos, defendiendo la ciudad de Zion de un terrible asedio, y la lucha entre Neo y el superpoderoso agente Smith, muestran influencias estéticas y argumentales tan directas de la ciencia ficción presente en el anime japonés y de las propias historias de superhéroes, que resultan atractivas vistas desde esa perspectiva concreta. Quien no se retrotraiga a las coreografías de combate de Son Goku en la lucha final de la película, es que no ha disfrutado en su vida de un episodio de Dragon Ball. El desenlace de la saga (hasta el estreno de la última película) no alcanza las expectativas generadas por el universo presentado en el primer film, pero resulta coherente e igual de místico que todo el argumento desarrollado a lo largo de la saga. De nuevo el agente Smith se corona como rey de la fiesta, y la batalla en el muelle para salvar Zion, con ciertos reparos, son lo mejor de un film que cierra una trilogía que aspiraba a mucho más.

Animatrix (2003)

de Andrew R. Jones, Shin’ichirō Watanabe, Mahiro Maeda, Yoshiaki Kawajiri, Takeshi Koike, Kōji Morimoto y Peter Chung

Nueve cortometrajes de animación que exploran el mundo de Matrix.

Menos conocida que el resto de películas de la trilogía original pero obra fundamental para profundizar en el universo ciberpunk creado por las hermanas Wachowski, es la presente Animatrix. Estrenada en el mismo año que las dos secuelas de la Matrix original, se trata de un film episódico formado por 9 cortometrajes independientes creados por autores de renombre del mundo de la animación, en los que se busca tanto profundizar en la historia original como simplemente ambientar relatos costumbristas en el particular universo de la saga. En el guion de todos los cortometrajes participan las hermanas Wachowski, dejando la dirección para nombres de la talla de Watanabe o Maeda, entre otros directores e ilustradores de larga carrera, principalmente de procedencia asiática. Como toda obra episódica, el resultado es desigual y puede generar mayor o menor interés, puesto que existen cortometrajes en los que simplemente vemos a niños jugando disfrutando de una realidad distorsionada debido a anomalías en Matrix a historias de cine negro que se suceden en el interior de ese particular mundo. Destacando por encima de todas ellas tenemos El segundo renacimiento, una historia dividida en dos partes en el que se presenta de forma abierta y detallada lo sucedido antes, durante y después de la guerra entre humanos y máquinas. Animatrix funciona como expansión completista a lo presentado por Morfeo a Neo en la primera parte y resulta todo un homenaje al anime en reconocimiento a su influencia en la obra primigenia de la saga.

Matrix Resurrections (2021)

de Lana Wachowski

Neo es un programador de videojuegos que sufre crisis nerviosas. Su terapeuta le ofrece unas pastillas azules que hacen que su vida sea normal y corriente, pero Neo sabe que algo sucede a su alrededor.

La inesperada vuelta al universo de Matrix viene de la mano de Lana Wachowski en solitario, y aunque apueste por ser una obra autoreferencial, en el que se venera la trilogía original (especialmente la primera parte) y pretenda ser autoparódica y poner en tela de juicio su propia existencia en un ejercicio de metacine poco sutil, vuelve a mostrar los mismos lastres que convirtieron las secuelas en productos muy inferiores a la obra original, con una duración excesiva, subrayados de discurso constantes, una falsa epicidad y algunas escenas que resultan de auténtica vergüenza ajena. Las escenas de acción han recortado su duración, pero en general no acaban de funcionar tan bien como en la trilogía original, con montajes menos frenéticos que restan espectacularidad, a excepción de una persecución final en motocicleta que cumple expectativas. A esto hay que sumar de nuevo una infinidad de diálogos con pretensión de profundidad filosófica, aunque sin alcanzar las cotas de cansancio de las entregas anteriores. ¿Entonces se convierte esta cuarta entrega en la peor película de la saga? Para mi sorpresa, y pese a todo lo mencionado anteriormente, Matrix Resurrections tiene cierto descaro al plantear una crítica a la propia industria del cine y del videojuego, en general se toma poco en serio a sí misma y recorre de forma constante caminos transitados pero con un planteamiento nuevo e inesperado que la convierten en un film más arriesgado que las secuelas anteriores. De nuevo, una secuela alejada de la excelencia de la Matrix original.

Top personal

La obra de culto de la ciencia ficción preside una lista en la que el resto de secuelas están a larga distancia del film inaugural de este particular universo. Animatrix se merece todo el reconocimiento que no ha conseguido en todo este tiempo, como film episódico que resulta ser más compacto que cualquiera de las secuelas de la saga.

  1. Matrix
  2. Animatrix
  3. Matrix Resurrections
  4. Matrix Revolutions
  5. Matrix Reloaded

«Matrix te posee. Tú te crees dueño de tu vida, de tus acciones, de todas esas pequeñas o grandes cosas que haces cada día, pero… ¿Cómo podrías demostrar que todo esto no es una ilusión? ¿Nunca has tenido un sueño que pareciera muy real? ¿Cómo sabrías entonces diferenciar sueño de realidad? El hacer creer que se vive una existencia normal es un poder muy grande, una forma de control terrible.»

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