Filmografía básica: Seijun Suzuki

Polifacético y maldito en su tierra natal, Japón, fue desterrado profesionalmente a finales de los 60 por llevar hasta el extremo su estilo basado en el humor irreverente, un impactante estilo visual y ejercer el dominio del puro entretenimiento por encima de lógica y cualquier corsé de coherencia narrativa. Reverenciado por autores consagrados como Takeshi Kitano, Wong Kar-wai o Quentin Tarantino, el tiempo ha puesto en su lugar a éste prolífico director de bajo presupuesto y creatividad descontrolada. En la Filmografía básica de hoy: Seijun Suzuki.

Ocho horas de terror (1957)

Los pasajeros de un tren parado en la estación de Okusawa están deseosos de llegar a Tokio a primera hora. La única alternativa que se les presenta es subirse a un autobús nocturno dirección a Hashimoto, pero el recorrido es largo, tortuoso y repleto de peligros.

La vida profesional de Seijun Suzuki está ligada de forma irremediable, para bien o para mal, con Nikkatsu Corporation (literalmente, «Japan Motion Pictures») compañía con la que pudo desarrollar una extensa carrera repleta de atrevimientos audiovisuales y narrativos aunque también sobrecargada de tensiones y encontronazos con los estudios. Ocho horas de terror es una de sus primeras obras con Nikkatsu y en ella comienza a presentar algunos de los elementos más característicos de su cine, aún no a nivel estilístico pero si en cuanto a temática, tratamiento de personajes, composición de planos y ritmo intenso de montaje y corte. Con clara devoción por La diligencia (John Ford, 1939) y el suspense del cine de Alfred Hitchock, la película combina elementos de drama y comedia a lo largo de su metraje tornándose de forma natural en una especie de fábula policiaca en la que los complejos de la sociedad japonesa se ven reflejados en todos y cada uno de los personajes que emprenden el viaje en el autobús nocturno a Hashimoto: un excombatiente traumatizado, un gran empresario, jóvenes estudiantes con aspiraciones políticas, una mujer con problemas mentales y su bebé enfermo, dos amantes, un comercial sin demasiados escrúpulos, una aspirante actriz… a través de su comportamiento y de como se enfrentan a los peligros que los acecha el recorrido se nos presenta una radiografía del Japón de la época.

Escena a destacar: el conflicto interno que sucede en el autobús entre los personajes cuando tras salvar la situación, se desvela el secreto de Natsuko. Una escena repleta de tensión y toda una declaración de intenciones.

«Las joyas de una mujer significan más que la vida misma. ¿No es así?»

Gate of Flesh (1964)

Maya es una joven desamparada que se une a un grupo de prostitutas en el Tokio posterior a la Segunda Guerra Mundial, en el que la miseria, los soldados estadounidenses y la yakuza japonesa campan a sus anchas por sus empobrecidas calles.

Los años 60 concentran el mayor número de logros en la gran pantalla de Seijun Suzuki. El torrente de color y el riesgo audiovisual ya se hacen presentes en Gate of Flesh, film en el que el uso del formato panorámico junto a una puesta en escena teatralizada plantean composiciones cromáticas muy vividas con conceptos que abrazan a la trama y potencian su mensaje. El uso combinado de planos sumando una disolución de imagen en el extremo, ofreciendo reacciones en primer plano muy viscerales sobre lo que acontece en escena funciona a la perfección como subrayado del mensaje y de lo que sucede en las mentes de los personajes. La obra gira entorno a la búsqueda de un camino a seguir por parte de Maya, protagonista desolada y con una dura carga a sus espaldas, quien se ve acogida por un grupo de prostitutas con un estricto código de honor, en el que cualquier tipo de sexo gratuito perjudica al grupo y es castigado duramente por éste. La obra es provocadora y se jacta en el uso del sexo y la violencia para desarrollar su estudio de personajes traumatizados por el pasado en el que, de nuevo, Suzuki plasma los sentimientos de un Japón en plena crisis de valores donde el melodrama y la comedia se cruzan en cada esquina. Desnudez, sadomasoquismo, violación… todo sin caer en la vulgaridad y al servicio de la trama. Un aviso para animalistas, aparece una escena de matanza con una vaca en la que el CGI es inexistente.

Escena a destacar: los planos de colores chillones de cada una de las jóvenes prostitutas cuando explican sus ensoñaciones personales. Cuatro pequeñas estampas que ofrecen un contrapunto de optimismo.

«Una libra de carne de vaca son 40 yenes. Nosotras vendemos nuestro cuerpo por 40 yenes. ¡Es lo mismo!»

The White Tiger Tattoo (1965)

Tetsu es un yakuza que se ha visto traicionado. Kenji, su hermano ilustrador, lo salva de la encerrona, aunque ello implica convertirse en asesino. Los dos hermanos deben escapar a Manchuria para no caer en las garras de la policía o la yakuza.

Entre dos de las obras más conocidas de Suzuki surge The White Tiger Tattoo, un film de yakuzas ambientado en los años 20 que se aleja del ritmo frenético y el estilismo más extremo del director para proponer un drama formal ambientado en paisaje montañoso en el que se suceden momentos de romanticismo y puntales de acción. Con un ritmo más pausado de lo habitual, mostrando una clara apuesta por profundizar en las relaciones íntimas entre los personajes protagonistas, sobretodo en su parte central, y poniendo el foco en el conflicto interno de los dos hermanos, la historia se va desarrollando lentamente en una trama en la que el deber, la traición, el dolor y la venganza se entrecruzan en su recta final. Los peculiares créditos iniciales del film en el que se ven cuerpos repletos de tatuajes suponen un avance premonitorio de lo que está por venir. La yakuza tiene una marca imborrable en la piel y esa marca conlleva de forma inevitable un fatal destino. Toda la historia se desarrolla para conducir el relato a su genuino e intenso clímax final. El enfrentamiento entre Tetsu y la yakuza rival desplega una coreografía milimétrica con clara influencia del teatro Kabuki en la que se combinan brillantes encuadres de cámara y largos planos secuencia que dotan de una espectacularidad pasmosa y una singularidad poética a la lucha.

Escena a destacar: los reverenciados 10 minutos finales que sirvieron de inspiración para la matanza de los 88 maníacos de Kill Bill. Un logro estilístico y narrativo en sí mismo.

«Kenji no es como nosotros. El que tenga un problema con él, ¡que lo arregle conmigo afuera!»

Tokyo Drifter (1966)

Tetsu «El Fénix» es un sicario reformado que ha seguido los pasos de Kurata, su jefe retirado. Otsuka, líder de una banda rival, ve la oportunidad de apoderarse de su territorio.

El inicio en blanco y negro de Tokyo Drifter plantea un contraste con el resto del metraje de la película. La sobriedad tonal y formal del arranque, una vez comienzan los créditos al son de «Tôkyô nagaremono» de Hajime Kaburagi, dan paso a un festival de colores primarios y puesta en escena teatralizada propios de su época, en plena psicodelia sesentera. Testu, el protagonista del film, es un joven con principios de antaño, propios de una Yakuza con código de samurái, siempre fiel a su señor e inquebrantable ante cualquier percance. El tema musical de los créditos acompañará a Tetsu en su viaje de lucha, traiciones y sorpresas, y será premonitorio de su propio destino. El film de Suzuki navega a un ritmo intenso de montaje, en los que pocas veces se deja tiempo para la pausa o para desarrollar una trama sencilla que sirve de excusa para ofrecer tiroteos y peleas. El tono de film de gánsteres es constante, pero también se atreve a dejar posos de melancolía en algunas de sus partes e incluso desbarrar con escenas de pelea y humor más propias de Bud Spencer y Terence Hill. El desenlace del film, en el que el negro invade la pantalla para dejar pasar la luz blanquecina al avance de Testu, se ha convertido en una de las imágenes más icónicas de la filmografía del director, dando paso a una escena de tiroteo y violencia en el que el ritmo y los juegos de luces y colores alcanzan su apogeo.

Escena a destacar: todas en las que Tetsu aparece cantando el tema principal de la película. Una canción definiendo a la perfección la ética y destino de un personaje.

«Si muero, moriré como un hombre. Por honor, incluso renuncié al amor. ¡Ah, el vagabundo de Tokio!»

Branded to Kill (1967)

Goro Hanada es un asesino a sueldo que ocupa la tercera posición en el ranking de asesinos. Un fatal error en un encargo pone en duda su profesionalidad, haciendo que el resto de asesinos quieran acabar con él.

Suzuki rodó en 1967 Branded to Kill, la obra que marcó su carrera. El fracaso de crítica y taquilla llevó a Nikkatsu a despedir a Suzuki, quién se querelló con la compañía. La victoria en los tribunales no supuso su vuelta al cine, ya que su nombre fue incluido en una lista negra que le impidió rodar un largometraje durante 10 años. Icono contracultural, y sin embargo, censurado. La más aplaudida y controvertida de sus películas es una sátira del cine negro con elementos surrealistas, violencia, erotismo y humor absurdo. La trama presenta un inframundo criminal en el que los asesinos a sueldo se juegan su prestigio con encargos complejos para posteriormente desdibujar la narrativa y adentrarse en la mente de los personajes protagonistas abordando sus atormentadas vidas privadas. El desparpajo cromático y pictórico de obras anteriores se abandona para ofrecer un blanco y negro en el que los encuadres y la iluminación consiguen dotar a la obra de una atmósfera muy particular, donde se combinan espacios abiertos iluminados que transmiten naturalidad frente a espacios cerrados repletos de sombras que consiguen fotos puramente oníricas. Un film innovador y completamente desubicado de su época y contexto que visto a través de una mirada actual, resulta aún rompedor y absolutamente contemporáneo. Estoy convencido de que a David Lynch le encanta esta película.

Escena a destacar: el enfrentamiento entre Hanada y 5 sicarios en el puerto marítimo, todo un despliegue de originalidad narrativa, pulso dramático y acción.

«Somos bestias. Amémonos como bestias.»

Top personal

El cine de Seijun Suzuki está firmemente unido al impacto y al riesgo artístico y temático, demostrando que pese a sufrir de limitaciones de presupuesto, la creatividad y el pulso irrefrenable de la imaginación se pueden abrir paso. En lo alto del top personal estan sin duda Branded to Kill y Tokyo Drifter, dejando a su vez práticamente un empate a 3 entre el resto de obras vistas.

  1. Branded to Kill
  2. Tokyo Drifter
  3. Gate of Flesh
  4. Ocho horas de terror
  5. The White Tiger Tattoo

Seijun Suzuki: «Hago películas que no tienen sentido y no ganan dinero.»

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