En mi camino de conseguir colaboraciones en el blog para tener diversidad y disparidad de opiniones, siempre he tenido claro que quería incorporar el papel del “experto”. Alguien que desde su campo de trabajo o mayor conocimiento del tema por otros motivos (no tiene por qué ser solo desde el ámbito laboral) opine y analice a fondo una película. Pues conseguido. Estreno la sección con el nombre de “Masterclass”. La primera experta es Gemma Parra, orientadora laboral y psicóloga que analiza a fondo “Los lunes al sol”. A disfrutar.
“Los lunes al Sol” o La macabra premonición de Lady España
Me dedico a la orientación profesional des de hace ya unos 10 años y considero que la orientación profesional o laboral anda aún en pañales. Una visión de esperanza, o no, para este servicio que en la mayoría de los casos, sale del dinero de los bolsillos de los ciudadanos. Cómo tantas otras cosas… Pero ahora no hablaré de éste, también, importante aspecto.
Empecé de novata en 2007, un año antes de que empezara la crisis, así que mi experiencia laboral de orientadora laboral es en un contexto de crisis laboral, parece una broma. Por desgracia no lo fue y no lo es. He vivido ésta crisis en continuo, y no solo en mi trabajo, también la he vivido en mi familia, en mis amigos, en los medios, en todas partes. La crisis económica y laboral y sus consecuencias forman parte de mi vida las 24 horas del día des de hace años. Pero tranquilos, me he acostumbrado (que no resignado). He aprendido mucho, y aunque no soluciono el problema, creo que he podido echar alguna mano que otra para que alguno y alguna sigan luchando.
Porqué la gente sigue siendo gente, con o sin trabajo.
A lo que vamos, había visto hace ya bastantes años la película “Los lunes al Sol”. Ni siquiera me acordaba de que aún usaban pesetas cuando cerraron los astilleros de Vigo. Y volver a verla ha sido como ver dos películas distintas.
La primera: una película desgarradora de una situación difícil en una población relativamente pequeña de gente de barrio, de gente humilde. Me dio pena y me dio para reflexionar un buen rato. Tuvo en mi algún impacto.
La segunda: una película dónde he visto la representación de millones de personas. Entre ellas, la gran mayoría de las que he atendido durante mi experiencia profesional, durante mi experiencia como amiga, como mujer, como ciudadana, como consumidora de medios, etc. Las consecuencias de la misma situación desgarradora pero en millones de personas. Sólo cambia la estética de los finales de los 90, las pesetas y la magnitud de la tragedia.
No me ha dado pena porqué ya la tenía. No me ha impactado porqué casi estoy inmunizada. Sólo me ha hecho llorar, volverme a enfadar, volver a recordar que más allá de las consecuencias económicas hay unas consecuencias devastadoras en la identidad y la dignidad de las personas. ¿Y qué queda después de eso? Que se lo pregunten al Amador de la película, porqué los Amadores de la vida real, ya no están.
“Los lunes al Sol” es una película rodada en 2002. Repito en 2002. Ambientada a finales de los 90 pero que se ha convertido en una película documental del destrozo de una crisis que lleva casi 10 años destrozando personas.
Fijaros que el foco de la película no es para nada las consecuencias económicas de la falta de trabajo en los protagonistas. El foco es el duelo de las personas, la gestión de su propia muerte tal y como se conocían, y en algunos casos, la difícil gestión de esa muerte en las personas que rodean al “parado”.
Me ha sorprendido el realismo. Lo que he visto en ésta película hoy, lo he visto exactamente igual muchísimas veces, sin un ápice de exageración ni fantasía, es puro y duro dramatismo real. Y aunque no tengo ni idea de cine, no me queda más que felicitar a guionistas y actores. Seis años después, los productores se hubieran ahorrado una pasta con solo filmar a gente real.
Según mi percepción, teniendo en cuenta mi incultura cinéfila y que tampoco he querido mirar nada sobre lo escrito de la película, son 8 personajes que representan a 8 personas de las 200 familias afectadas por los cierres de los astilleros de Vigo allá a finales de los 90. Y como estos gestionan su identidad.
Se representan a la perfección diferentes formas de gestionar el duelo (de la pérdida de un trabajo) y la pérdida de identidad. La identidad que en nuestra cultura y muchísimas (demasiadas) otras se ha puesto a merced de un lugar de trabajo.
Santa (Bardem) es la ira de haber perdido, la resistencia a la resignación de no ser alguien útil y productivo, alguien que a su vez sentía profundamente ser parte de una comunidad que ya no tiene, por la que luchó, y que en algunos casos siente que le traicionó. Pero que todavía siente suya. Si pudiéramos preguntarle a Santa creo que veríamos como el concepto de familia en él se cuela entre compañeros de trabajo. Diría que no es casual que los encuentros sexuales i intentos de encuentros emocionales de Santa durante la película sean siempre con mujeres con hijos y/o con familia. Santa ha perdido a su familia y sabe que no puede volver a ella si no en una nueva y en la forma más tradicional.
Santa en su rebelión y resistencia de la nueva realidad no actúa para mejorar la situación. ¿Es un vago como lo acusan? No señores, niega su nueva condición. Y actuar es aceptarla, aceptar significa que ha perdido, y como perdedor le toca mendigar a otros por un trabajo. Aún así, Santa sigue protegiendo a sus iguales, no les arrastra a su peligroso camino. Esto demuestra que su actitud despótica, sobrada, chulesca y sarcástica es una condición temporal para gestionar su situación. ¿Cómo sería Santa en sus años mozos en su trabajo rodeado de compañeros?
José (Luis Tosar) está en periodo de aceptación de su nueva y cruda realidad, de ahí las inseguridades que se ven claramente en la relación con su pareja Anna. Ella trabaja, ella es la que sustenta económicamente a la familia, a la que él intenta hacer regalos, porqué ahora el ya no tiene identidad. “Ya no sirve para nada” como él se describe a si mismo discutiendo con ella en la escena después del banco. Siente culpa por no ser quien era y siente miedo. Si él ya no es nadie, ¿Por qué ella va querer estar con él?
Paulino (Jose Ángel Egido) niega, o como mínimo, mira hacía otro lado con lo que podría confundirnos con una buena actitud de esperanza. Lino se embarca sin conocimiento a la búsqueda de un nuevo trabajo, con los ojos cerrados y la esperanza ciega de saltar de su vieja identidad a una nueva parecida sin tocar el abismo de no tener identidad. Pero la realidad que no quiere mirar no se pude esquivar y aunque esa esperanza le hacía sentir a mucha distancia del resto de sus compañeros “parados”, al final inevitablemente la distancia se acorta porqué ni si quiera existe.
Rico (Joaquín Climent) es esa persona que rápidamente busca y encuentra una nueva identidad, aquel que muchos diríamos que ha tenido suerte y no ha sufrido las consecuencias del paro. Pero Rico, a diferencia de Reina, no olvida y además aprende de lo cerca que estuvo del abismo. Monta el bar “La Naval” con la indemnización, y con dificultad, consigue salir adelante. Pero no solo eso, convierte su suerte en el refugio de sus iguales y se convierte en una especie de terapeuta y en una representación humilde de la verdadera esperanza y apoyo para sus iguales.
Reina (Enrique Villén) es la representación de una gran parte de la sociedad que a veces sin malicia y sin calcular las consecuencias de lo que sobretodo DICE, es el gran peso que puede acabar por hundirte del todo. Es lo contrario de Rico. Reina es el juez popular que sufre de la epidemia de la falta de empatía. Que sentencia según su pequeña percepción de la realidad. Del que ha estado cerca y rozando el abismo y ha salido victorioso y tuvo tanto miedo que intenta alejarse lo más que pueda y para hacerlo, necesita “desidentificarse” de ellos, culpabilizarlos, sentirse completamente diferente.
Serguei (Serge Riaboukine) es ese que iba a ser uno de los grandes y no fue. Es como tantos jóvenes a los que les prometieron que su esfuerzo seria recompensado pero que bajo la escusa de “te ha tocado vivir otra realidad que no esperábamos” tiene que reconvertirse de nuevo y dejar de buscar el para que sirve todo lo que hicieron y ayudar a la familia a aceptar que el que iba a ser, ya no será.
Anna (Nieve de Medina), la mujer de Jose, en sus apariciones es la representación del dolor de quienes tienen a una persona sin identidad que se hunde y que te hunde sin remedio, y la difícil decisión de no arriesgarte a ser arrastrada o arriesgarte y ser un apoyo para que otro pueda intentar salvarse. De esta condición podría hacerse otra película.
Por último Amador (Celso Bugallo), que se queda sin trabajo, sin dinero, sin identidad y sin su familia. Y sin salida a su parecer (y fácil de encontrar si no eres tu quien lo vive), decide abandonar una lucha agotadora como es la de resistir y reencontrarte sin que nadie te haya enseñado, solo y sin ayuda.
¿Te asusta pensar que parte de la esencia descrita de tu existencia pasa por tu ocupación laboral o estudiantil? Debería asustarte a ti. Debería asustarnos a todos.