El viernes 16 de junio era mi día fuerte en el Festival Internacional de Cine Fantástico y de Terror de Sant Cugat. Por delante 4 cortometrajes y 5 películas, en un horario que iba de las 4 de la tarde a las 2 de la madrugada. Toda una maratón de cine. En la crónica de hoy: “10 horas de cine (Sant Cugat 2017)”.
Arrancando la jornada
Después de un buen descanso y desayuno en el Hotel, me dirijo al centro para ver un poco Sant Cugat. Aunque en realidad, se me han pegado las sábanas, me he levantado tarde y me he entretenido bastante en la habitación, por lo que me queda el tiempo justo para ver la catedral y comer algo.
A por las películas
Después de comer me enfrento a las 10 horas de cine en los cines Cinesa de Sant Cugat. La programación del festival incluye exposiciones y charlas muy interesantes alrededor del mundo del cine, pero me atrae mucho la propuesta de cortos y películas del día, así que decido pasar la jornada delante de la gran pantalla.
Conforme van pasando las hora me fijo en que somos pocos los valientes (o tarados) que nos atrevemos a devorar esas 10 horas seguidas de cine, y curiosamente, la mayoría acaban siendo compañeros de otros blogs. Con el tiempo justo para ir al baño, tomar el aire o comentar un poco la jugada al finalizar cada película, las historias se van sucediendo en la gran pantalla una detrás de otra. Las cuento.
«Wolf of vengeance» (2016) de Masakatsu Higuchi
Un hombre se dirige hacia una fortaleza fuertemente vigilada, con la intención de vengarse de una bruja.
Un ninja delante de una mujer vestida de blanco, que está detrás de una mesa y que cuenta con un séquito de soldados para protegerla. El ninja acabará con todos ellos de forma despiadada con unas coreografías en las peleas que parecen sacadas de un videojuego, mezcla de “Tekken” y de “Mortal Kombat”. Al acabar con ella, aparecerá en escena una chica vestida de rojo acompañada de otros tantos soldados. Aquí finaliza éste corto japonés, sin ninguna palabra de por medio, filmada con ritmo y bastante sangriento, pero nada más. El cortometraje más flojo de lo visto en el festival.
«Therapy» (2016) de Nathan Ambrosioni
En una investigación, unos policías encuentran unas cintas de video en una caja manchada de sangre. Al comprobar las cintas, verán como las vacaciones convencionales de una familia dan paso una brutal serie de sucesos macabros.
Un found footage de libro. Una pareja de policías encuentran en una casa abandonada unas cintas de video que al visualizarlas les mostrará como las vacaciones ideales de una familia se vuelven algo oscuro y sangriento. Tiene un buen arranque y la trama aunque trillada, es algo más original que en otras películas del mismo género. El problema es que se alarga de forma innecesaria y existe un abuso de las subidas de volumen para asustar al espectador. Los formatos de las cintas encontrados (Super8, GoPro y Cámara de video convencional) son un acierto, porqué rápidamente sabremos a que personaje se atribuye esa grabación, pero la lentitud en el desarrollo, especialmente en su parte final, y el exceso de movimiento de la cámara en algunos momentos, hacen que la película se vuelva algo soporífero. La película más floja vista en el festival.
“Hidden Devil» (2016) de Fran Mateu
Parte del equipo de «Hidden Devil» estaba presente en la sala y aprovecharon para presentar el cortometraje.
El rey Välak y la reina Thâis custodiaban el antiguo mundo, donde no existía ni el dolor, ni la muerte. Hasta que un día, de la superficie, un mal acecharía su mundo y cambiaria su realidad.
Escuchar la voz de Pepe Mediavilla consigue un nivel de atención que pocos alcanzan. La voz de Morgan Freeman y de Gandalf en “El señor de los anillos” será la que abra la narración de éste cortometraje fantástico que parece sacado del mundo de “Dragones y Mazmorras”. Un arranque con una técnica de animación bastante curiosa junto a la voz en off antes comentada, nos ayudará para entender que sucede en ese mundo de fantasía, en el que el dolor y la muerte no existían, pero que al adentrarse su rey en la superficie y quedar contaminado por un extraño gas, provoca que esos males alcancen su reino. Protagonizado por Javier Bódalo, Aida Folch y Javier Botet (éste último conocido especialmente por interpretar a la niña Medeiros de “Rec”), aunque están irreconocibles por un trabajo de maquillaje excelente que los convierte en bestias de éste reino antiguo y subterráneo. Una grata sorpresa y recomendable sobretodo para los fans de mundos fantásticos.
«El ataúd de cristal» (2016) de Haritz Zubillaga
Amanda recibirá un premio a toda su trayectoria como actriz ésta noche. Por eso se sube a la limusina de lujo que la pasa a buscar por casa. Lo que no sabe es que la limusina no seguirá el rumbo acordado y que le será imposible salir de ella.
«El ataúd de cristal» desarrolla su trama con muy pocos elementos: Amanda, la protagonista absoluta de la película que va a recoger un premio a toda su carrera, la limusina, escenario en el que se verá encerrada la protagonista, y una voz a través de un micrófono, que será la que se comunique con Amanda y le explicará que cosas ha de hacer si no quiere sufrir especialmente en ese encierro. Paola Bontempi, cómo actriz protagonista absoluta de la película, hace un trabajo espectacular. La historia resulta una gran metáfora de la relación entre director y actriz, puesto que la voz en off del micrófono llevará la batuta sobre el comportamiento de Amanda cómo si de un director de cine extremadamente cruel se tratara. Como detalle y que refuerza la idea de la metáfora, la cámara que vigila a Amanda recuerda de forma muy evidente a Hal 9000 de “2001: Una odisea en el espacio”, película dirigida por Stanley Kubrick, un director que decían era especialmente duro con el reparto. Quizá flojea en su parte final, cuando la trama ha desvelado del todo sus sorpresas y momento el que aparece algún elemento un tanto descabellado. Pero aún así, me quedo con todo lo transmitido a lo largo de su metraje. Su mezcla de terror y thriller me convenció. Definitivamente, la película que más me gustó del Festival de Sant Cugat.
“Darrel” (2016) de Carabantes y Marc Briones
Darrell es un joven camaleón que está comiendo unas moscas mientras espera que llegue el metro. Todo sigue su curso, hasta que se sienta cerca una joven y guapa camaleona.
Un cortometraje verdaderamente corto, con sólo 5 minutos de duración. Una idea sencilla pero ejecutada de una forma tan original y divertida, que me encandiló. Un camaleón intentando conquistar con muy poco acierto a una camaleona, mientras los dos esperan la llegada del metro. Coge la esencia del mejor cine de animación de Pixar (pero sin la moralina final) y lo mezcla con el puntillo gamberro de la Warner (sin excederse eso sí) para crear un cortometraje que engancha y convence a cualquiera que le guste el cine de animación. El mejor corto del Festival.
“El caso de Hana y Alice” (2016) de Sunki Iwai
Una adolescente y su madre cambian de ciudad. Cuando comienza en un nuevo instituto, escucha el rumor de la muerte de un antiguo alumno. Junto a una compañera de clase, intentarán resolver el misterio.
Un anime que se centra una vez más en contar las desventuras de un personaje adolescente. En ésta ocasión, la protagonista será Hana, una chica que se ha mudado a una nueva ciudad junto a su madre. Cuando comience las clases en su nuevo instituto no será aceptada, y todo tendrá que ver con un rumor que se ha extendido, en el que se comenta que un alumno de ese instituto murió, sentándose ella justo en el que era su pupitre. La película se centrará en la investigación por parte de Hana y su vecina Alice para descubrir lo sucedido a ese alumno, a la vez que se irán sucediendo aventuras absurdas pero muy divertidas alrededor de las dos chicas. Me encanta el momento en que Hana ha de seguir a un hombre y se confunde de persona, siguiendo a un hombre mayor adorable con el que pasará un curioso día y profundizarán en la visión de la vida desde la vejez y la adolescencia. Después de tanta sangre y oscuridad en el Festival de Sant Cugat, se agradece un respiro, y “El caso de Hana y Alice” proporciona un anime con una animación peculiar, una historia entretenida y muy bien narrada y una gran banda sonora. Toda una sorpresa.
“Adam Peiper” (2016) de Mónica Mateo
El ensobrador de un depósito de tareas trabaja sin descanso. Lo que parece ser un monótono y mecanizado día más, se convertirá en su peor pesadilla.
Un mundo parecido al que Terry Gilliam enseñó en “Brazil”: tecnología más analógica que digital, centrado en la burocracia, eliminando la individualidad de las personas y generando ansias de poder en los que trabajan para hacer perdurar ese sistema. Una muy buena premisa para un cortometraje filmado en un lenguaje inventado, que cuenta con un reparto muy destacable con Luis Bermejo y Octavi Pujades a la cabeza, pero que acaba cansando, ya que se alarga y se encierra demasiado en su propia metáfora. Técnicamente impecable y con buenas actuaciones, pero fallido en su contenido.
“Prevenge” (2016) de Alice Lowe
Embaraza, esplendorosa y feliz. Así estaría si su marido no hubiera fallecido en un accidente de escalada, y si su hija que se está formando dentro de ella no le mandara instrucciones asesinas a su cerebro.
Que una mujer embarazada y adorable sea una asesina que acabe sin piedad con determinadas personas que se crucen por su camino, bajo las instrucciones de la hija que se está formando en su interior, es una gran premisa para una película. Alice Lowe ejerce de productora, directora, guionista, y actriz protagonista, interpretando a Ruth, una mujer embarazada con ansias de sangre. Y lo hace embarazada. No se trata de maquillaje o efectos especiales, a los siete meses de embarazo decidió rodar, y lo hizo en pocos días para que no fuera una barrera en la película. Todo funciona especialmente bien en las partes que se centran en el humor negro, cuando nos va mostrando como si se tratara de una película organizada por episodios, el perfil de la futura víctima que caerá a manos de Ruth. Personajes grotescos a los que estas deseando que Ruth ejecute, destacando especialmente el Dj obsesionado con los años 70, una lacra de hombre. El film no acaba de funcionar tan bien cuando se centra en el drama de la protagonista, perdiendo ritmo e interés. Junto a “El ataúd de cristal” las dos películas a las que les tenia mas ganas en el Festival. Iba con las expectativas muy altas y en parte me contentó, pero creo que esperaba algo más de ella.
“The Love Witch” (2016) de Anna Biller
Una joven bruja obsesionada con encontrar el verdadero amor, utiliza los conjuros y las pócimas para seducir a todo el que se le cruce por delante.
Hay que reconocer que “The Love Witch” no es para todos los públicos, conmigo, no conectó nada. Estrenada en 2016, parece rodada en los años 60, debido al tratamiento visual realizado en Technicolor. El diseño de vestuario, escenografía e incluso el físico de los actores escogidos, te traslada también a esa época. Al ver esos colores tan saturados y todo ese diseño de producción, nos viene a la cabeza clásicos del cine musical que utilizaron esa técnica, cómo “El mago de Oz” o “Cantando bajo la lluvia”. Pero no se trata de un musical, “The Love Witch” se puede etiquetar cómo una sexploitation, por usar cualquier excusa para mostrar escenas de erotismo y desnudez. Se comenta en muchas críticas que todo ese envoltorio sirve para ocultar un mensaje feminista que rompe con la época en la que se ambienta la película, pero creo que es atribuirle demasiado interés a una historia poco atrayente y escasa de ritmo. Eso unido a unos actores realizan un trabajo muy justito, hace que el film se aborrezca al poco rato de metraje. Ese homenaje a esas películas de los años 60 no es suficiente como para aguantar una trama que se alarga hasta alcanzar las 2 horas de metraje. Yo con 60 minutos tuve bastante y me salí de la sala. Una decepción.
Despedida
Me marcho de Sant Cugat con sensaciones encontradas, por un lado tristeza por no acabar de poder de disfrutar del resto de días del festival y por otro con una gran sonrisa en la cara por la experiencia vivida. Es un festival que está empezando, está justo en su tercera edición, pero transmite grandes sensaciones: atención al detalle por parte de los organizadores, programación de películas muy interesantes, actividades paralelas que complementan el festival, acogida con cariño a los diferentes medios convocados y así, un largo etcétera. La mejor manera de transmitir cómo me he sentido estos dos días se puede resumir así: el año que viene, repito. Así de claro.
Pingback: “Verano 1993”: La edad de la inocencia | Un hombre sin piedad