Después de una jornada de cortometrajes muy disfrutable en el primer fin de semana del festival de cine de terror de Molins de Rei, tocaba volver a ir para ver su mítica maratón de 12 horas de cine de terror. El maratón de cine más antiguo del estado. Un lujo tenerlo cerca de casa y una fecha obligatoria en el calendario. En la crónica de hoy, hablo de la “Maratón de 12 horas de terror (TerrorMolins 2017)”.
El programa era el siguiente:
A continuación unas breves reseñas de las diferentes películas vistas en la maratón.
“Les Affamés” (2017) de Robin Aubert
En un remoto pueblo de Quebec, un grupo de supervivientes huye de sus familiares, amigos y vecinos, ya que estos se sienten atraídos por la carne humana.
“Les Affamés” es otra película de género zombie que sin demasiadas pretensiones es capaz de cautivar. Su narrativa está impregnada de algunos de los males del cine francés: ritmo pausado, silencios alargados y melancolía que transpira por sus poros. Pero se ha conseguido superar esos defectos gracias a algunos elementos muy bien utilizados: unos paisajes rurales espectaculares, unos personajes interesantes, aunque poco desarrollados, y unos muy acertados puntos cómicos. Todo eso consigue que la película fluya hasta llevar al espectador a su esperado desenlace. Me encanta la idea de las torres de objetos creadas por los zombies, llenas de recuerdos y de elementos cotidianos, cómo representación de que en su interior queda algo de lo que algún día fueron. Una grata sorpresa.
“Revenge” (2017) de Coralie Fargeat
Tres cazadores adinerados se reúnen anualmente para cazar en el desierto. Esta vez, uno de ellos trae a su amante, que acabará maltratada, violada y dada por muerta en mitad del desierto. Pero lo que no saben es que está viva, y está deseando vengarse.
“Revenge” supone el debut de la directora francesa Coralie Fargeat, con una propuesta de cine de supervivencia y venganza. La protagonista será una chica hipersexualizada y en apariencia débil, que será maltratada por tres cazadores de los que se vengará de forma sanguinaria. Con una fotografía excelente de paisajes desérticos y una historia inverosímil en muchos momentos, resulta una obra divertida y desenfadada. Su principal problema es que hay que aceptar demasiadas premisas absurdas para entrar en ella, pero si se hace resulta muy disfrutable. Tiene momentos tan sangrientos y absurdos (evidentemente buscados), que provocan la risa del espectador. Todo un homenaje descabellado al cine de acción y venganza.
“The Lodgers” (2017) de Brian O’Malley
Edward y Rachel son dos hermanos gemelos que viven en una mansión en la Irlanda Rural de después de la primera guerra mundial. Todo el mundo cree que viven solos, pero tienen una desagradable compañía.
“The Lodgers” es un cuento gótico de fantasmas ambientado en la Irlanda Rural de los años 20. La vida de los gemelos dentro de la mansión ocupa los mejores momentos del relato, especialmente cuando las extrañas criaturas que les acechan hacen aparición. Su tono gótico también es muy atrayente, pero aparte de las apariciones de estas criaturas y la ambientación, la película peca de poco ambiciosa tanto a nivel formal cómo en su propia historia, cayendo en tópicos vistos mil y una veces en la gran pantalla. Me choca que haya sido la premiada como mejor película en el festival.
“The Crazies” (1973) de George A. Romero
Un virus ataca un pueblo de Pennsylvania. Cualquiera afectado por este virus, pierde la cabeza y ve aumentada su agresividad. El ejército es llamado para establecer una cuarentena, pero se ve sobrepasado por la situación.
“The Crazies” ha sido la película sorpresa escogida por la organización del festival para ofrecer su particular homenaje a George A. Romero, fallecido en julio de este año. El film ofrece una vuelta de tuerca al cine zombie, o cine de infectados, ofreciendo una visión más centrada en la acción, en el funcionamiento de una cuarentena por parte de un ejército sobrepasado y en unos supervivientes que harán lo que haga falta para salir airosos de la situación. Ritmo trepidante y buen montaje para una de las obras menores del director. Hay que reconocerle el valor histórico, pero la escasez de recursos y los años, han hecho mella en la película y no ha envejecido nada bien.
“Game of Death” (2017) de Sebastien Landry y Laurence Morais-Lagace
Siete amigos deciden probar el “Juego de la muerte”, descubriendo que no se trata de un juego ficticio: han de matar a 24 personas o sus cabezas se inflarán hasta estallar.
“Game Of Death” es la típica película que funciona en un festival de terror. Una premisa sencilla y absurda, en la que unos jóvenes juegan a una especie de “Jumanji” extremo, litros de sangre, y situaciones mostradas con desenfado para provocar la carcajada de la audiencia. El problema es que ese es su arranque, después de que los jóvenes prueben el juego, tras la sorpresa y muertes iniciales, la película se vuelve rutinaria y decide caer en momentos más dramáticos, perdiendo todo su desenfado y divertimento. De fácil consumo y rápidamente olvidable.
“The Night Watchmen” (2017) de Mitchell Altieri
El trabajo de tres vigilantes nocturnos ineptos se ve interrumpido por la invasión de una horda de vampiros en el edificio que están vigilando.
No puedo comentar nada de “The Night Watchmen”. A las 6 de la mañana decidí no quedarme a ver la película, estaba cansado y me esperaba un largo camino de vuelta a casa, así que me encaminé a la estación de tren para coger un rodalies y empalmar con el AVE a Girona. Ya van dos maratones que no consigo finalizar, habrá que entrenar más en casa.
Un año más, un placer haber asistido a este gran festival, que con la de este año, alcanza su edición número 36.
¡Larga vida al festival de cine de terror de Molins de Rei!
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