Darren Aronofsky y Denis Villeneuve son dos de los directores actuales que más me están haciendo disfrutar en la pantalla grande. Tener un estreno de cada director en la misma cartelera, es todo un lujo. En la sesión continua de hoy tengo el placer de hablar de: “Madre!” y “Blade Runner 2049”.
“Madre!”: La alegoría cómo crítica
Título original: “Mother!” (120 min.)
Año: 2017
Director: Darren Aronofsky
Guion: Darren Aronofsky
Reparto principal: Jennifer Lawrence, Javier Bardem, Ed Harris y Michelle Pfeiffer
Género: Drama, Thriller
Sinopsis: Una pareja vive en una casa aislada en el campo. Ella es huraña y concentra su día a día en cuidar de la casa y desvivirse por su pareja. Él, es un escritor sin inspiración que trata a su pareja de forma fría y distante. Una detrás de otra, recibirán una serie de visitas que provocarán cada vez más tensiones en la pareja.
Opinión: Darren Aronofsky es un director que a lo largo de su filmografía tiende al pesimismo, a mostrar las mayores miserias del ser humano y a no ponérselo fácil al espectador. Sea por utilizar fuertes simbolismos y alegorías cómo sucede en “Pi, fe en el caos”, por ofrecer momentos de extrema crudeza cómo en “Rèquiem por un sueño” o “Cisne Negro” o por transmitir un tono absolutamente deprimente cómo en “El luchador” (mi obra preferida del director), después de ver una de sus películas, lo normal, es salir tocado. Consigue despertarnos algo en nuestro interior. La suma del tratamiento visual, en el que predominan las imágenes oscuras e impactantes, de los personajes puestos al límite y de sus tristes historias, hacen que algo que se nos remueva por dentro. Y “Madre!” no iba a ser menos.
“Madre!” es exigente con el espectador en cuanto al entendimiento de sus metáforas e imágenes que buscan el impacto. Lo que nace cómo un home invasion en el que un escritor (interpretado magníficamente por Javier Bardem) abre las puertas de su casa a invitados que sacan de sus casillas a su mujer (una inocente y maltratada Jennifer Lawrence, que ofrece una de las mejores interpretaciones de su carrera) va modificando su género hasta acabar convirtiéndose en un delirio total y absoluto. Los actos de los personajes se vuelven impredecibles y la cadena de sucesos se va tornando cada vez más extraña, extrema y violenta, especialmente en su salvaje y trepidante último acto, haciendo que cómo espectadores sólo podamos dejarnos llevar por lo que sucede en pantalla. Constantemente miraremos de reinterpretar lo que se nos muestra, pero el ritmo de la acción y ese encadenamiento de sucesos provocarán poco espacio para la reflexión más pausada. Aquí está una de las magias de la película y a la vez uno de sus grandes lastres. Durante su visionado tendremos una sensación de extrañeza, mirando de anclar nuestras ideas a algún punto en concreto para no perdernos en su desarrollo, pero es fácil que ese anclaje salte. Al finalizarla, en cambio, con más tiempo de reflexión sobre lo visionado, nos daremos cuenta de la gran trampa de Aronofsky y de cómo ha estado jugando con nosotros cómo espectadores mostrándonos una gran alegoría en su nueva película a través de múltiples simbolismos y metáforas (algunos evidentes, otros indescifrables). En ese momento todo empezará a cobrar sentido. Recomiendo hacer tabula rasa para entrar sin prejuicios y abiertos a su propuesta, para después reflexionar uno mismo sobre ella y finalmente lanzarse al mar de las teorías que abundan en Internet.
Centrando el análisis en su parte más técnica, Aronofsky vuelve a mostrar su inconfundible sello poniendo el foco de atención en el personaje de Jennifer Lawrence, haciendo que la cámara baile a su alrededor y se acerque al extremo a su rostro para mostrar los sucesos a través de sus reacciones. Algo parecido a lo que hizo el mismo Aronofsky con Mickey Rourke en “El luchador” pero sin llegar al extremo de “El hijo de Saúl” de László Nemes. Ésta decisión no es un mero tecnicismo. La realidad se nos muestra constantemente a través de los ojos del personaje de Lawrence, su interpretación de lo que sucede, su subjetividad, es básica para la narración de la película y para esconder la trampa intrínseca de ésta. “La semilla del diablo” de Roman Polanski resulta una influencia evidente de la que “Mother!” no se esconde.
En general no tengo prejuicios (o no demasiados) en la vida, y por lo tanto, tampoco los tengo con el cine, pero si que muchas veces siento cierta frustración con las propuestas de la cartelera, inundadas de refritos, secuelas, precuelas o infinidad de películas de superhéroes. Por eso, no puedo hacer otra cosa que aplaudir una propuesta arriesgada cómo ésta. Es cierto que muchas de las decisiones de los personajes nos resultarán inverosímiles, o muchos de los sucesos serán incomprensibles, pero todos forman parte de la gran alegoría que Aronofsky quiere plasmar en su película. Una valentía a aplaudir.
Lo mejor: El tándem Lawrence-Bardem. El brutal último acto. La reinterpretación de la película después de su visionado. Que se estrene en cines comerciales una propuesta tan arriesgada y diferente cómo ésta.
Lo peor: Sentirte abrumado por lo que estás viendo en pantalla. Momentos en los que los personajes carecen de profundidad y quedan relegados a los simbolismos de la trama. Plagada de metáforas que provocan inevitables cabos sueltos (por lo menos, a mí me han quedado).
Me gustó más que: Noé
Me gustó menos que: Réquiem por un sueño
Nota: 8/10
“Blade Runner 2049”: Los antiguos nuevos replicantes
Título original: “Blade Runner 2049” (163 min.)
Año: 2017
Director: Denis Villeneuve
Guion: Hampton Fancher y Michael Green
Reparto principal: Ryan Gosling, Harrison Ford, Ana de Armas y Jared Leto
Género: Ciencia ficción, Drama
Sinopsis: K es un nuevo replicante, robots réplicas de seres humanos que son utilizados cómo mano de obra. Lo curioso de K es que ejerce de Blade Runner, agentes dedicados precisamente a la eliminación de los antiguos replicantes. En una de sus búsquedas, descubre un secreto que le obligará a buscar a Rick Deckard, un Blade Runner desaparecido hace 30 años.
Opinión: “Blade Runner”, una de las obras cumbres del cine de ciencia ficción, fue un fracaso comercial en su estreno en 1982. Ridley Scott realizó una obra cyberpunk con banda sonora de Vangelis en la que adaptaba la novela de Philip K. Dick “¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?”. “Blade Runner” planteaba un futuro en el que se habían conseguido crear unos robots llamados replicantes, réplicas exactas de los seres humanos utilizadas para ser sometidas a los trabajos más duros. El parecido es tan exacto, que los replicantes se plantean las mismas cuestiones existenciales que los seres humanos: ¿Cuál es la razón de su existencia? ¿Por qué han de estar sometidos? ¿Qué diferencia hay entre la vida de un ser humano y un replicante? Preguntas que provocan la rebelión de muchos de esos replicantes. Su historia, banda sonora, ambientación y carga filosófica, convirtieron con el tiempo a “Blade Runner” en un referente de la ciencia ficción. “Blade Runner 2049” tiene una papeleta muy complicada para salir airosa de las críticas negativas, y en mi opinión, consigue salvar los muebles más que dignamente.
“Blade Runner 2049” coge la batuta de Ridley Scott para entregársela a Denis Villeneuve, uno de los directores más en forma del panorama actual, con una filmografía sólida con películas cómo “Prisioneros”, “Sicario” o “La llegada”, ésta última una absoluta maravilla de la ciencia ficción, de las mejores películas de 2016. El encargo no es una tarea fácil. Coger una película de culto de hace 35 años para realizar una secuela no es plato de buen gusto, ya que por muy bien que hagas tu trabajo, difícilmente puedas superar a la original. Lo bueno de que el encargo haya caído en un gran director cómo Denis Villeneuve es que ha partido de esa base, y ha actuado en consecuencia, potenciando elementos en los que puede desatarse más y siendo absolutamente respetuoso con la obra original en el resto.
El imaginario visual y sonoro demostrado en “Blade Runner 2049” sigue la estela de la película original pero llevándolo más allá, consiguiendo imágenes de una brutal potencia, prácticamente postales de un futuro apocalíptico, mezcladas con una banda sonora de Hans Zimmer que no alcanza las cotas de excelencia de la de Vangelis, pero que resulta un complemento perfecto para la apoteosis audiovisual. Un auténtico espectáculo. En cuanto al casting, ha mantenido el reparto de hace 35 años, en el que sobresale un Harrison Ford que vuelve a insuflar vida a la película, y ha incorporado a uno de los grandes nombres del Hollywood actual para el papel protagonista: Ryan Gosling. Tiene el papel con más peso en la trama, y la relación de amor que vive con una más que solvente Ana de Armas, es uno de las grandes bazas de la secuela.
El ritmo que recorre “Blade Runner 2049” bebe directamente de la obra original, siendo pausado, ofreciendo tiempo al espectador para admirar el imaginario audiovisual y para ir desarrollando a fuego lento su trama, sin caer en la trampa de los tiempos actuales de ofrecer acción y ritmo trepidante pero muchas veces vacío de contenido. El respeto por la película original es evidente y se transmite en una melancolía que supura en cada plano, en cada actuación, en cada suceso que aparece en la gran pantalla. La trama, con base de cine negro y detectivesco (de nuevo), mira de desarrollar una historia lógica a partir de los hechos acontecidos en la película original y desencadenarán de nuevo en grandes preguntas existenciales: ¿Qué línea separa a los replicantes de los seres humanos? ¿Pueden tener los mismos derechos?
Aquí aparece uno de los principales problemas de “Blade Runner 2049”, pese a su innegable potencia visual y sonora, se encuentra una historia sencilla que no aprovecha para desarrollar otros debates diferentes a los ya vistos en la obra original, y que además, se excede en su metraje (162 minutos, frente a los 117 de la original). Tampoco consigue que uno de los personajes con inicialmente más potencial, Wallace, el nuevo creador de los replicantes (interpretado por Jared Leto), acabe de despuntar, perdiendo la oportunidad de ofrecer un gran contrapunto a la historia. El desenlace de la película y los frentes que deja abiertos, dan lugar a pensar a que “Blade Runner 2049” también puede tener secuela. Sólo espero que sea tan respetuosa cómo esta.
Lo mejor: Tratamiento visual y sonoro apabullante. Ryan Gosling, Harrison Ford y sorprendentemente, Ana de Armas. Su respeto por la obra original. La melancolía que transmite.
Lo peor: Excesivo metraje. Generadora de menos debate que la original. Lo poco que aporta a la trama el personaje de Jared Leto. El miedo que da pensar que se pueda convertir en una saga que acabe aportando muy poco.
Me gustó más que: Sicario
Me gustó menos que: Blade Runner
Nota: 8/10
Me quedo con…
Empate técnico. Y van dos. El anterior empate fue entre “Llega de noche” y “Baby driver”. Esta vez, a diferencia de en aquella ocasión dónde ninguna de las dos películas me convenció, decido el empate porqué me han gustado por igual. “Mother!” por lo arriesgado de su propuesta y la obligatoriedad (y disfrute) de un análisis posterior, y “Blade Runner 2049” por el respeto con el que se aborda realizar una secuela de una obra referente en el ámbito de la ciencia ficción, mostrando además, una belleza visual y sonora apabullante. Dos grandes experiencias para vivir en una sala de cine.
És una llàstima que propostes més arriscades o menys convencionals, sobretot la primera més d’autor, no acabin de tenir un recolzament a la taquilla. Així seguim, amb una època plena de refritos i blockbusters
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Sabias palabras. Penso el mateix que tu Pau. El cinema està massa saturat de propostes convencionals, s’ha de donar peu a propostes més arriscades que facin desencallar la indústria.
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