El mundo del narcotráfico ha sido tratado en múltiples ocasiones por el cine y las series. Hace unas semanas coincidieron en cartelera dos películas que indagan en sus entresijos desde dos perspectivas diferentes, una centrada en una familia indígena que introduce el narcotráfico a gran escala en Colombia, y otra que prefiere fijarse en la historia de un anciano que acaba haciendo de mula para los capos de la droga mejicanos. En la sesión continua de hoy toca hablar de “Pájaros de verano» y «Mula».
“Pájaros de verano”: Narcos y tradiciones
Título original: “Pájaros de verano” (125 min.)
Año: 2018
Director: Ciro Guerra y Cristina Gallego
Guion: Maria Camila Arias y Jacques Toulemonde
Reparto principal: Carmina Martínez, José Acosta, Natalia Reyes y Jhon Narváez
Género: Drama, Thriller
Sinopsis: En el desierto de Guajira en Colombia, una familia indígena wayú decide hacer negocios con unos hippies norteamericanos. Consiguen grandes sumas de dinero a cambio de marihuana. El nacimiento del narcotráfico en Colombia.
Opinión: Los 70 fueron un punto de inflexión para una juventud norteamericana que estaba asqueada, que protestaba contra la Guerra de Vietnam y que se escandalizaba por el Watergate. Richard Nixon estaba en el punto de mira. «Easy Rider» primero y «La naranja mecánica» posteriormente aparecieron en el cine para mostrar su total desacuerdo con el orden establecido. Los hippies promovían la conexión con la naturaleza, el amor libre y el consumo de marihuana. Un consumo se hizo extensivo entre gran parte de la población joven. Algunos de esos jóvenes volaron a Colombia para protestar contra el comunismo, y de paso, influir de forma directa en las poblaciones indígenas que les acabaron proporcionando la ansiada materia prima. El origen del narcotráfico tal y como lo entendemos en la actualidad.
A finales de los años 60, en la zona más desértica de la Guajira, al norte de Colombia, el joven Rapayet se encapricha de Zaida, una joven que celebra su entrada a la madurez. Ambos son wayú, unos indígenas muy arraigados a la tierra y a sus tradiciones ancestrales. Si Rapayet quiere pedir la mano de la joven, tendrá que hacerlo sin ofender a su familia aportando la dote que Úrsula, la cabeza de familia, solicite. Úrsula pide una dote desmesurada, pero Rapayet se propone conseguirla sea como sea. Mientras toma unas copas en un local junto a su amigo de toda la vida Moisés, unos jóvenes norteamericanos les piden algo de marihuana. Rapayet dice que se la proporcionará y decide visitar a un familiar suyo que tiene plantaciones en una frondosa zona de montaña. Con la materia prima en sus manos, Rapayet consigue cerrar el negocio con los norteamericanos, ofrecer la dote a la familia de Zaida y establecer una conexión con Estados Unidos que no dejará de crecer a lo largo de los años con fatídicas consecuencias.
«Pájaros de verano» es la última obra de Ciro Guerra después de la premiada «El abrazo de la serpiente», en esta ocasión acompañado en la dirección por Cristina Gallego. La obra centra gran parte de la acción en mostrar la vida de los indígenas wayú, sus tradiciones, celebraciones y forma de vida, con un realismo mágico que resulta absorbente pero que descoloca al espectador que espera tiroteos y baños de sangre. Al avanzar la trama, se muestra como la influencia del supuesto mundo civilizado (representado por unos activistas norteamericanos que están en contra del comunismo) corrompe a los wayú, los llena de avaricia y consigue destruirlos prácticamente por completo cuando se introducen en el mundo del tráfico de drogas. Todas las veneradas tradiciones quedarán sepultadas por las ansias de poder y dinero.
Lejos queda la enaltecida imagen de Pablo Escobar. En «Pájaros de verano» no hay grandes y carismáticos líderes. La autenticidad al demostrar los sucesos vividos en esa región impregnará el relato al mostrar a los miembros de una misma familia que harán crecer el negocio, se traicionaran entre ellos y desencadenarán una serie de sucesos violentos. Los paisajes desérticos en los que se mueven los wayú contrastan con los frondosos bosques de plantaciones de marihuana, ambos mostrados por una fotografía de gran belleza. Las actuaciones son correctas, destacando por encima de todas la de Carmina Martínez como gran matriarca y dirigente de la familia. El ritmo puede ser pausado en su inicio, pero conforme avanza la historia y se suceden las brillantes elipsis, la película entra en una espiral de ritmo y violencia que cala en los huesos y no te deja ir hasta su catarsis final, donde la obra recupera la esencia de realismo mágico de su arranque y la historia vuelve a poner el acento en las tradiciones más arraigadas a la tierra. Una obra sobre el origen del narcotráfico en Colombia que sirve de metáfora para mostrar la corrupción del ser humano.
Lo mejor: el tono mágico de determinadas escenas. Como se va transformando su narrativa para pasar del costumbrismo de los indígenas a las reyertas violentas entre narcos. La actuación de Carmiña Martínez.
Lo peor: el inicio de la película exige paciencia al espectador, pero ésta es recompensada. Su escasa distribución en salas de cine.
Nota: 8/10
“Mula”: Contrabando en la tercera edad
Título original: “The Mule” (116 min.)
Año: 2018
Director: Clint Eastwood
Guion: Nick Schenk (sobre un artículo de Sam Dolnick)
Reparto principal: Clint Eastwood, Bradley Cooper, Dianne Wiest y Michael Peña
Género: Drama
Sinopsis: Earl Stone siempre se ha preocupado más por su negocio que por su mujer e hija. Ahora que su negocio ha quebrado y su nieta es la única que quiere mantener vinculo con él, Earl decide aliarse con un cartel mexicano para conseguir dinero y poder ayudarla económicamente.
Opinión: En 2017 Harry Dean Stanton ofreció con 90 años su última actuación en la magnífica película «Lucky», y posteriormente falleció. En 2018, tanto Robert Redford (de 82 años) como Clint Eastwood (de 88) han protagonizado sus últimas obras cinematográficas. Afortunadamente estos dos grandes referentes del cine siguen con vida, pero ambas películas tienen cierto tono a despedida en su interior, que hacen aflorar una inevitable melancolía. Robert Redford interpreta en «The Old Man and the Gun» a un atracador de bancos que se escapó de la cárcel 18 veces y que cometió su último atraco a los 80 años, y Clint Eastwood interpreta a un anciano de 80 años que se dedicó a hacer de traficante para un cartel Mejicano. Ambos personajes ancianos con un turbio pasado y presente que sienten una mezcla particular de aceptación de su naturaleza y sentimiento de culpa. Dos casos basados en hechos reales. Dos posibles despedidas de la gran pantalla.
Earl Stone es un anciano que siempre ha disfrutado de su negocio de flores. Pese a tener un trato peculiar con la gente de otros países, tiene contratados a tres personas Mejicanas que le ayudan con el negocio. La calidad de sus flores y su encanto personal hacen que sea muy bien considerado en el gremio. El problema es que Internet y la distribución online de productos no tiene piedad con los pequeños negocios, haciendo que su empresa quiebre, tenga que cerrar y despedir a sus contratados. Earl siempre ha puesto todo su esfuerzo en el negocio y ha descuidado a su esposa Mary y a su hija Iris, pero ha conseguido mantener el cariño y la buena relación con Ginny. En la fiesta de celebración donde Ginny presentará oficialmente a la pareja con la que se casará, Earl discute fuertemente con Mary y Ginny. Cuando se marcha triste y arruinado hacia su antigua furgoneta, un joven se le acerca para ofrecerle trabajo: conduciendo de un lugar a otro para unos amigos suyos, cobrará una gran suma de dinero. Earl acepta el trabajo y poco a poco va realizando más encargos. Las redes del cartel para el que trabaja y las de la policía se van cerrando a su alrededor, pero él lo único que pretende es poder volver a conectar con su familia.
Al ver «Mula» es inevitable pensar en esa gran obra que filmó Clint Eastwood en 2008 llamada «Gran Torino». En ella Clint interpretaba a un hombre anciano, con prejuicios ante los inmigrantes, muy mal carácter y salidas de tono muy divertidas. El personaje sigue un proceso de aceptación de sus vecinos asiáticos, con los que acaba teniendo más vínculo que con su propia familia. En «Mula» vuelve a interpretar a un hombre anciano con prejuicios aunque esta vez con un carácter mucho más afable, que se consigue ganar el afecto de los que tratan con él. De todos, menos de su propia familia, de la que se ha desvinculado por obsesionarse por el trabajo y no prestar la atención que necesitaban. Aquí su personaje también seguirá un proceso de adaptación para acercarse a su familia, reconociendo la culpa de sus actos pasados y presentes. Dos obras que tienen conexión en su historia, personajes y temas de trasfondo.
La última película de Clint Eastwood respira el tono del cine clásico, tanto a nivel formal como en su contenido, que aparte de narrar una historia pretende transmitir ciertos valores con su visionado. La obra funciona, consigue que sea fácil conectar con el personaje protagonista y que sucedan momentos emotivos a lo largo de la obra, aunque peca de cierto subrayado melodramático en algunas escenas que buscan poner el dedo en la llaga de forma demasiado evidente. En su reparto se suma un gran elenco de actores y actrices entre los que destacan por encima de todos Clint Eastwood y Dianne Wiest, pero queda cierto sabor agridulce al ver actuaciones de grandes actores que resultan totalmente desaprovechadas (principalmente Andy Garcia y Lawrence Fishburne en dos papeles prácticamente anecdóticos). También la trama policial perpetrada por Bradley Cooper y Michael Peña da cierto dinamismo a la historia, pero acaba aportando poco a la trama principal. «Mula» es una película que deja cierta sensación a film visto una y mil veces, que en cualquier otras manos hubiera sido una obra que pasaría sin pena ni gloria por la cartelera de cine, pero que en las manos de Clint Eastwood consigue convertirse en una película notable.
Lo mejor: las actuaciones de Clint Eastwood y Dianne Wiest. Lo fácil que resulta conectar con el personaje protagonista y la propia historia. El gran elenco de actores y actrices que hay en su reparto (aunque muchos se desaprovechen). Pensar que lo que muestra está basado en un caso real.
Lo peor: saber que probablemente sea la última aparición de Eastwood en la gran pantalla. Cae en una fórmula ya antes vista en otras obras del director. Cierto tufillo a melodrama con algunas escenas demasiado acentuadas. Mucho peso narrativo para una investigación policial que tampoco aporta demasiado a la trama.
Nota: 7/10
Me quedo con…
“Pájaros de verano». La transformación de la película del costumbrismo y realismo mágico para mostrar las tradiciones de unos indígenas colombianos al relato puro y duro narcos más sangriento y descarnado resulta absolutamente absorbente. Una obra colombiana que es superior a la historia entrañable que presenta Clint Eastwood con «Mula», en el que un anciano busca su redención consiguiendo dinero para su familia a toda costa, vinculándose así al mundo del tráfico de drogas. Cine de autor arraigado a la tierra y con señas de identidad propias frente a un film con una historia que funciona y con un protagonista carismático pero que resulta demasiado poco arriesgado.
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