
«Kanda, Estrata, Amantos, Ilres, Lagt, Nosferatus, Kanda, Amantos, Kanda.»
Si has pronunciad estas palabras en voz alta, ya puedes acercarte a la cocina para coger el cuchillo más grande y afilado que tengas, toca defenderse de los demonios del inframundo. Si por lo que sea dispones de una motosierra, ni lo dudes. En grandes sagas, hoy: Posesión infernal.

Posesión infernal (1981)
de Sam Raimi
Cinco jóvenes van a pasar el fin de semana a una cabaña perdida en un tenebroso bosque. Al llegar la noche, la trampilla que da acceso al sótano se abre de golpe. Cuando decidan bajar a inspeccionar, nada volverá a ser como siempre.
La película más reconocida de Sam Raimi, como toda gran obra de culto, suma adeptos conforme más espectadores se acercan a su particular universo. La historia por antonomasia de jóvenes descerebrados que se hospedan en una solitaria cabaña en el bosque en la que desatan las fuerzas del mal, es un film realizado con escasez de recursos, pero que cuenta con gran ingenio y elementos rompedores que la diferencian del resto. Tanto la parte formal como la narrativa del film transmiten una sensación de singularidad que resulta cautivadora. El particular micromundo creado a partir de elementos Lovcecraftianos como el libro de los muertos (el famoso Necronomicón Ex Mortis), la grabadora con una voz de otra época que transmite los horrores sucedidos o las propias posesiones demoníacas, funcionan a la perfección. La amenaza del exterior representada con una frenética cámara subjetiva, la maestría retorciendo los planos para generar inquietud, la ambientación llena de niebla, un uso magnífico de la iluminación y del sonido, y el aumento de la casquería y la violencia conforme avanza la trama, hacen las delicias de cualquier fan del género de terror. Existen escenas en las que es inevitable detectar carencias en las interpretaciones, en el guion o en los efectos especiales, pero no hay que olvidar nunca que el film se engloba en el cine de serie B, y que sus carencias son muy inferiores a la originalidad y gran cantidad de virtudes que rebosan en el metraje. La leyenda de Ash y del Necronomicón comenzaba a forjarse.

Terroríficamente muertos (1987)
de Sam Raimi
Ash decide pasar un fin de semana en el bosque con su pareja. Al llegar, descubren una cinta y un extraño libro. Al reproducir esa cinta se desatará el mal y su pareja será poseída por un demonio.
Seis años después de la obra original, llega una secuela muy particular de Posesión infernal, en la que Sam Raimi reformula el film inicial contando esta vez con mayor presupuesto y una producción más grande. A un ritmo frenético, el film reescribe lo narrado en la primera parte en apenas 10 minutos, llegando a recrear escenas y diálogos y acercándose por momentos a la autoparodia. Se mantiene la identidad de la obra original con el uso de largos travellings en cámara subjetiva, la gran ambientación y se explica la misma historia con ciertas modificaciones, pero se percibe una mejora en los efectos especiales y el maquillaje y se acentúa el sentido del humor que comenzaba a asomar en el primer film. Pero el mayor cambio viene de la mano (nótese la broma) del personaje de Ash. El comportamiento del protagonista se vuelve más cínico, histriónico y chulesco, ofreciendo un charco de lodo en el que rebozarse para un Bruce Campbell que está completamente desatado en su interpretación. Un personaje cargado de carisma que se ha convertido por mérito propio en todo un icono del género fantástico en su sangrienta lucha contra los demonios del inframundo. Raimi ofrece en esta segunda parte una revisión de su propia película en la que mezcla de forma magistral terror y comedia, decantando la balanza hacia la diversión sin tapujos, con un film lleno de ritmo e intensidad. Y el desenlace no hacia otra cosa que abrir la posibilidad a una tercera parte en la que desatarse aún más…

El ejército de las tinieblas (1992)
de Sam Raimi
Ash viaja en el tiempo hasta llegar a una Inglaterra en el siglo XIII en la que extrañas criaturas de las fuerzas del mal ejercen su reinado. Armado con su escopeta y su motosierra, Ash tendrá que demostrar que es todo un héroe.
La tercera parte de la saga da un vuelco a la historia, al entorno e incluso al género del film, ampliando el escenario de la mítica cabaña del bosque a un mundo fantástico medieval en el que Ash tendrá que convertirse en un héroe que acabe con hordas de no muertos. El terror da paso a las aventuras y la comedia descarrila en una cantidad ingente de descacharrantes gags basados en el slapstick, pero pese a la locura que parece convertir una saga de culto del terror en una épica película de batallas en un mundo medieval lleno de criaturas demoníacas, el experimento funciona a la perfección. Del “Klaatu Barada Nikto” de Ultimátum a la Tierra, a los ejércitos de esqueletos con aroma a Jason y los Argonautas, pasando por un vehículo tuneado que parece sacado del mundo apocalíptico de Mad Max, el film es un constante homenaje a grandes obras de culto del género. Bruce Campbell consolida la figura de Ash llevando el desenfreno y carisma del personaje a otro nivel con su interpretación, siempre contando con el chascarrillo apropiado para afrontar cualquier situación por terrible que sea. Como sucedía en su segunda parte, ofrece un desenlace que deja campo abierto a nuevas historias para Ash (como así finalmente ha sucedido gracias a la serie de Starz) e incluso se llegó a rodar un final alternativo en el que el protagonista acababa en el futuro (final incluido como extra en las ediciones físicas de la película). Un cierre de la trilogía que arriesga y acierta en su apuesta por explorar otros caminos que enriquecen el universo de la saga.

Posesión infernal (2013)
de Fede Álvarez
Cinco amigos se alojan en una cabaña en medio del bosque para ayudar a Mia, quien está en pleno proceso de desintoxicación. Al abrir la puerta del sótano, los jóvenes descubren que allí se han realizado extraños rituales de magia negra.
La palabra remake genera rechazo entre la mayoría de amantes del cine. Pocos casos han conseguido superar la losa de tener que enfrentarse a la vanagloriada obra original. La cosa, El precio del poder, La mosca, El cabo del miedo o El amanecer de los muertos son algunos ejemplos de remakes que han recibido aplausos de crítica y público, pero cientos son los casos que no han conseguido acercarse a las cualidades de la obra en que se reflejan. Crear una nueva versión de un clásico de culto como Posesión infernal era una apuesta arriesgada, pero el experimento cumple, y con nota. El éxito del film se sustenta en cuatro pilares: el absoluto respeto por la iconografía clásica de la saga, la apuesta por el terror y el gore abandonando cualquier tipo de comedia, la desaparición de un personaje insustituible como es Ash, y la producción ejecutiva por parte de Sam Raimi y Bruce Campbell. Eso le permite a Fede Álvarez explorar desde otro punto de vista los terrores del Necronomicón en esa cabaña situada en medio de un tétrico bosque. Con claras influencias del terror proveniente de Asia, el film se toma su tiempo para situar en un contexto creíble a los personajes, y conforme avanza la historia la violencia y la casquería se van abriendo paso hasta un magnífico clímax final. El enfrentamiento final bajo una lluvia apocalíptica ofrece una de las imágenes más poderosas del cine de terror de los últimos años. De las que no se olvida fácilmente.

Ash vs Evil Dead (2015-2018)
de Sam Raimi, Ivan Raimi y Tom Spezialy
Ash ha pasado los últimos 30 años luchando contra los recuerdos surgidos de su lucha contra el Necronomicón. Una noche de borrachera, vuelve a invocar a los demonios con los que tuvo que enfrentarse en el pasado.
Un producto creado por y para los fans de la saga, que sin tomarse nada en serio su propia propuesta, consigue ofrecer una digna y entretenidísima continuación al universo de Posesión infernal. Más de 30 años separan la obra original de Posesión infernal de Ash vs Evil Dead, continuación en formato serie de televisión de tres temporadas con episodios de 30 minutos, que lamentablemente sufrió una cancelación por el descenso en las audiencias. Ash vuelve a la carga para enfrentarse a los demonios invocados por el Necronomicón y lo hace equipado como siempre de su escopeta y su brazo motosierra, aunque esta vez no estará solo. Le acompañan Kelly y Pablo, dos compañeros de la tienda de electrónica que permiten aligerar el peso de la trama sobre el personaje protagonista. Bobalicona, sangrienta y desvergonzada, la serie cuenta con momentos dramáticos que rápidamente dan paso a la locura y la violencia habituales de la saga. Los efectos especiales tradicionales se mantienen a gran nivel durante las tres temporadas. Tanto el maquillaje de los demonios como las escenas cargadas de hemoglobina funcionan a la perfección, y por suerte, la tendencia a la digitalización de la primera temporada es abandonada rápidamente. El espíritu gamberro y cargado de desparpajo de la saga se eleva hasta el infinito en una serie en la que en cada episodio se suceden decapitaciones, desmembramientos y una cantidad ingente de chistes malos. Un placer para cualquier fanático de la saga.
Top personal
Me han encantado todas las obras relacionadas con Posesión infernal. Saga que mezcla a la perfección terror, gore, sentido del humor sin complejos e intenso ritmo en todas sus propuestas. Una gozada.
- Posesión infernal (1981)
- El ejército de las tinieblas
- Terroríficamente muertos
- Posesión infernal (2013)
- Ash Vs Evil Dead
