
Dos películas con polémica a su alrededor, ampliamente aplaudidas por público y crítica y ganadoras de múltiples galardones, pero a su vez, criticadas y rechazadas por los temas a los que se enfrentan de forma abierta y sin complejos: el consumo de alcohol y lo extendida que está en nuestra sociedad la cultura de la violación. En la sesión continua de hoy toca hablar de Otra ronda y Una joven prometedora.

«Otra ronda»: Una celebración de la vida
Título original: Druk (116 min.)
Año: 2020
Dirección: Thomas Vinterberg
Guión: Tobias Lindholm y Thomas Vinterberg
Reparto principal: Mads Mikkelsen, Thomas Bo Larsen, Magnus Millang y Lars Ranthe
Género: Drama, Comedia
Martin, Tommy, Peter y Nikolaj son cuatro profesores de instituto que sienten que sus vidas se han vuelto aburridas y rutinarias. En el cumpleaños de Nikolaj, charlan sobre la teoría del psiquiatra Finn Skårderud, quien ha teorizado que tener un contenido de alcohol en sangre (BAC) de 0.05 te hace más creativo y relajado.
Antes de iniciarse la película, se proyecta un video casero en el que Thomas Vinterberg habla sobre las intenciones del film: «Queríamos realizar una película que fuera una celebración del alcohol. Finalmente, se convirtió en una celebración de la propia vida». Al finalizar el metraje e iniciarse los créditos, en la gran pantalla aparecen las palabras «para Ida», su hija fallecida en un accidente de tráfico en mayo de 2019, en pleno rodaje.
Otra ronda profundiza en la frustración de sentir el fracaso personal y profesional, de sentir que la vida pasa por encima de uno y que lo genuino ha dado paso a lo rutinario. Esa frustración se refleja en el vacío existencial que acompaña a los cuatro personajes protagonistas, hombres adultos que ejercen de profesores y que han caído en las garras de la rutina y las obligaciones, aceptando el hastío que las acompaña. Los alumnos a los que se enfrentan a diario son apáticos en el aula, muestran interés en sus relaciones sociales (presenciales o a través del smartphone) y en las fiestas que celebran con sus compañeros y compañeras, pero también muestran su miedo al fracaso al plantearse el acceso a la universidad, a la elección de vida, a los exámenes. El éxito, el fracaso, la rutina. Hasta que un factor entra en juego: el alcohol. El consumo del alcohol, tan socialmente arraigado en determinados contextos, resulta polémico e inaceptable en el entorno laboral o cuando se asocia a menores de edad, y aquí Vinterberg aprovecha esa concepto para plantear que sucedería si los cuatro personajes protagonistas lo utilizaran para desbloquear sus vidas, tratando los posibles efectos, positivos y negativos, que eso puede causar. Siempre con una visión humanista, sincera y bastante optimista al respecto, aunque sin edulcorar los momentos más oscuros.
El film va de la desinhibición, la alegría y la euforia al descontrol, la autodestrucción y la resaca final. Una borrachera trasladada a la historia y la estructura, en la que incluso la forma de rodar, la iluminación, el ritmo del montaje y la banda sonora acompañan a la perfección a la fase que está sucediendo. Una cámara y puesta en escena más rígida en el estancamiento inicial, más libre en los primeros consumos, totalmente descontrolada en los momentos de fiesta extrema y con desenfoques y cambios de planos bruscos en sus fases más decadentes. Cierta moralina parece que impregna su recta final, pero el film es presentado de una forma tan humilde, natural y sincera, que no resulta forzado y los sucesos que se muestran son esperables desde el momento en que los protagonistas deciden iniciar el experimento. Un reparto masculino que funciona a la perfección, en el que sobresale un polifacético Mads Mikkelsen al frente de los cuatro hombres frustrados. El camino mostrado alcanza la catarsis final en una secuencia final perfecta, un momento de liberación personal absoluto en el que es imposible no emocionarse y sentir que nos llenamos de vida.
En tiempos de confinamiento, en el que la distancia entre personas, la reclusión y cierta fobia social nos han absorbido, se abre paso un mensaje vitalista que destaca por su búsqueda de la felicidad, de apostar por el atrevimiento y que deja claro que la rutina, el miedo al fracaso y la no aceptación de nuestros errores pueden ser el peor de los males.
Lo mejor: Mads Mikkelsen, en una de las mejores actuaciones de su carrera, y eso es decir mucho. Los dilemas que pone sobre la mesa respecto al consumo del alcohol, unos más sutiles y otros más evidentes. La presentación humanista de Vinterberg de la crisis masculina en la edad adulta. El tono vitalista que se impregna en uno tras ver la película. La espectacular secuencia final.
Lo peor: quedarse en la superficie y solo ver la película como una oda al consumo del alcohol y al manido típico mensaje de superación personal.
Nota: 9/10

«Una joven prometedora»: Contra la cultura de la violación
Título original: Promising Young Woman (113 min.)
Año: 2020
Dirección: Emerald Fennell
Guión: Emerald Fennell
Reparto principal: Carey Mulligan, Bo Burnham, Alison Brie y Connie Britton
Género: Drama, Comedia, Thriller
Cassie trabaja de día en una cafetería, y por las noches, sale para emborracharse y perder el control en los locales nocturnos de la ciudad. O al menos eso es lo que hace creer a los hombres que con la excusa de ayudarla, pretenden aprovecharse de ella.
El rape and revenge, el subgénero de violación y venganza, se ha presentado en múltiples formatos, géneros y puntos de vista. De la onírica y simbólica El manantial de la doncella de Ingmar Bergman a la violenta y sin complejos Revenge de Coralie Fargeat, las propuestas que profundizan sobre la venganza de un acto deplorable se han ido transformando a lo largo del tiempo. Pero nunca han acabado de abrazar el cine más comercial y de consumo masivo. Aquí es donde entra en juego la obra de Emerald Fennell.
Una joven prometedora fundamenta su relato en el arraigo actual de la cultura de la violación y en la marca que puede suponer el trauma en las personas. Y pese a tratar temas de tanta dureza y complejidad, Fennell consigue realizar una película con garra, humor negro y un tratamiento visual mucho más luminoso e infantil de lo que se puede esperar inicialmente. Un choque visual que resulta tan impactante como atractivo, en el que el imaginario visual típico del videoclip actual resulta un contrapunto que aflora algún desajuste, en el que algunas escenas no acaban de encajar del todo en el relato y en el que la forma se pone por encima del mensaje, pero son errores menores que no han de hacer sombra a una película atrevida en su planteamiento y desarrollo. Alejándose de las tradiciones de estos films, en los que la protagonista es abusada y se desata una brutal venganza, en la presente historia el suceso se oculta como en una obra de suspense y las venganzas de la protagonista resultan menos sangrientas de lo esperado.
Al frente del film está una esplendida Carey Mulligan, quien sustenta sobre sus hombros todo el peso de la película interpretando a una mujer indignada, llena de ira, que arde en deseos de impartir justicia y que ha visto su vida estancada desde que sucedió un terrible hecho que la marcó inevitablemente. Con su mirada y sequedad, Mulligan consigue transmitir la furia contenida en su interior, pero que también es capaz de transformarse física y mentalmente para convertirse en una cazadora nocturna, mostrando una falsa embriaguez para que los hombres se acerquen a ella. La presa que engaña al cazador, para convertirlo en presa. Una transformación que sucede en los propios géneros que aborda el film, mezclando thriller, comedia romántica, drama y comedia negra.
La rotura de esquemas de Una joven prometedora y su voluntaria huida de la violencia más explícita consigue que la obra se abra a un público mayoritario y aprovecha esa oportunidad para tratar sucesos deleznables y sin embargo aceptados socialmente. ¿Es aceptable que no se condene el abuso de una mujer por como viste o como se ha comportado durante una noche de descontrol? ¿Se debe prejuzgar su personalidad y comportamiento por contenido publicado en sus redes sociales? ¿Hay que proteger ante todo a unos abusadores que se presentan como víctimas de falsas denuncias? No, no y no.
Lo mejor: la mirada de Carey Mulligan. El luminoso y colorido tratamiento del film, en contrapunto a un tema tan complejo y oscuro como la cultura de la violación. La contención de Fennell para evitar la eclosión de una violencia esperada. Los giros argumentales. La escena de la almohada. El sorprendente y provocador desenlace.
Lo peor: menospreciar el film, caer en los tópicos prejuzgando la historia y los personajes y no ver la oportunidad que genera para abrir debates necesarios en la actualidad.
Nota: 8/10


Me quedo con…
Otra ronda. La cima de Vinterberg en el guion y la dirección es una obra sumamente vitalista que cuenta con una de las mejores actuaciones de Mads Mikkelsen y que aborda tantos temas a la orden del día en la sociedad del siglo XXI (pre y post covid-19) que hace difícil que no se alce como la mejor película estrenada en 2021. Una joven prometedora se enfrenta a la cultura de la violación desde una perspectiva y tratamiento pocas veces visto, con un mensaje potente y una brillante actuación protagonista de Carey Mulligan que sustenta el film. Sin duda, dos grandes películas.
Pingback: Recomendaciones: Mis 10 películas de 2021 | Un hombre sin piedad