Vuelvo a la carga con otra sesión continua en la que confrontar dos películas. En 2015 se estrenaron dos films europeos de autor, uno polaco y otro griego, que por su originalidad y rotura de esquemas fueron aplaudidos en diferentes festivales. En la sesión continua de hoy toca hablar de “Demon” y “Langosta”.
“Demon”: Posesión nupcial
Título original: “Demon” (94 min.)
Año: 2015
Director: Marcin Wrona
Guion: Pawel Maslona y Marcin Wrona
Reparto principal: Itay Tiran, Agnieszka Zulewska, Andrzej Grabowski y Tomasz Schuchardt
Género: Comedia, Drama, Terror
Sinopsis: Python viaja de Inglaterra a Polonia para poder casarse de forma tradicional con su pareja Janet. Como regalo de bodas, recibirán unas tierras en las que construir su hogar. Todo parece idílico hasta que Python comienza a cavar en la tierra y encuentra unos huesos humanos.
Opinión: El choque entre culturas, las disputas vecinales, el amor y el odio, el cara a cara entre lo tradicional y lo moderno, y en general, entre opiniones contrapuestas, son generadores de conflictos, y el conflicto, es un motor que hace funcionar a la raza humana desde tiempos ancestrales. Actualmente uno de los enfrentamientos que más se repite es el de la confrontación de lo tradicional con lo moderno debido a la velocidad en la que se implementan las nuevas tecnologías y el choque cultural que existe entre personas de diferentes zonas, provocado en parte por la mayor accesibilidad a los grandes viajes y a los propios movimientos migratorios. Algo de todo esto aparece sutilmente en la obra de Marcin Wrona.
«Demon» transcurre en tres días: el de la llegada de Piotr a Polonia para casarse con Zaneta, el día de la celebración de la boda entre ellos dos, y un tercer día en el que se dejará atrás lo sucedido en los días anteriores. Pietr es un joven que lleva años viviendo y trabajando en Inglaterra, Zaneta, es una joven polaca de familia adinerada. Se conocen gracias al hermano de ella, pero el resto de la familia de Zaneta no está del todo de acuerdo con la relación. Como regalo de boda, se les ha entregado la casa del abuelo de Zaneta, y cuando Pietr comienza a excavar para hacer espacio para la piscina, encontrará unos huesos humanos. Ese suceso lo marcará inevitablemente, pero en vez de comunicárselo a alguien, por no desenterrar fantasmas del pasado y no ofender a la familia de Zaneta, decide callárselo. Al llegar el día de la ceremonia todo parece ir bien: la banda no para de tocar, la gente baila, el vodka corre por las copas y los invitados se comportan con desenfreno. Todo correcto, hasta que el novio, Pietr, se comienza a comportar de forma extraña. La familia de Zaneta decide tirar adelante la ceremonia pase lo que pase, tapándole a los invitados los sucesos más extraños que vayan pasando para que no haya ningún tipo de habladurías al respecto.
La reticencia de la familia por aceptar a Pietr, un joven que llega del extranjero y que hace poco que se conoce con Zaneta es un pilar fundamental del film, que mezcla de forma acertada la comedia con el drama y el terror. Consigue momentos cómicos cuando se centra en el devenir de la boda, especialmente cuando la familia se encarga de tapar los extraños sucesos que van sucediendo, y también alcanza momentos de tensión cuando Pietr comienza a encontrarse mal físicamente y a desvariar por culpa de las visiones que sufre (hay que destacar la gran actuación de Itay Tiran, interpretando a ese novio fuera de lugar que cada vez va desvariando más y más). La narración cautiva al mostrar las tradiciones de las bodas polacas y los comportamientos desenfrenados de los asistentes combinados con esos elementos más típicos de las historias fantasmales. La película consigue aguantar a buen nivel durante dos tercios de la obra, pero un final con poco riesgo y siendo a la vez, tópico y ambiguo, consigue desinflar una obra que de haber estado mejor resuelta hubiera sido una notable muestra del poco conocido cine de autor polaco.
Así como «Errementari» de Paul Urkijo adaptaba una fábula del folclore vasco, «Demon» de Marcin Wrona adapta una historia del folclore judío, el Dybbuk, un espíritu que es capaz de poseer a otras personas. La intención es la de realizar una alegoría sobre la relación entre los judíos y los polacos después de la guerra, momento en el que muchas familias polacas consiguieron adinerarse a base de la desaparición de las propias familias judías. Alrededor de «Demon» existe una leyenda negra producida por el suicidio de su director, Marcin Wrona, que se colgó en una habitación de hotel durante la promoción de la película en el festival de Gdynia (Polonia). Una verdadera lástima, ya que la obra hacia intuir que se trataba de un director con muchas cosas que decir y con trayectoria por delante.
Lo mejor: toda la parte de la boda tradicional polaca. Como se va creando una atmósfera de misterio mezclada con momentos cómicos bastante conseguidos. La actuación de Itay Tiran.
Lo peor: el giro en el desenlace le hace perder enteros y misterio a la película, cayendo en una respuesta ambigua y a la vez demasiado típica que enturbia el resultado final.
Nota: 6/10
“Langosta”: Solteros contra casados
Título original: “The Lobster” (118 min.)
Año: 2015
Director: Yorgos Lanthimos
Guion: Efthymis Filippou y Yorgos Lanthimos
Reparto principal: Colin Farrell, Rachel Weisz, Jessica Barden y Olivia Colman
Género: Ciencia ficción, Comedia, Drama
Sinopsis: El matrimonio se ha convertido en una imposición legal. Todo aquel soltero que se detecte será detenido y llevado al Hotel, donde tendrá que conseguir una pareja en 45 días o será debidamente reacondicionado.
Opinión: Mi primera aproximación al universo propio del director Yorgos Lanthimos fue a través de su última obra, primera filmada fuera de Grecia: «El sacrificio de un ciervo sagrado». En ella Lanthimos nos pone en la piel de una familia que está siendo extrañamente asediada por un joven adolescente. Historia con elementos totalmente irreales, actuaciones de los personajes sin transmitir ningún tipo de emoción, situaciones estrambóticas que ponen a prueba la paciencia del espectador, partes con un toque de humor muy sutil y muy negro, control absoluto de la parte técnica (con encuadres que recuerdan al histórico Stanley Kubrick) y banda sonora que se suma a crear un clímax de incomodidad. Todo un reto para el espectador. Y «Langosta», no iba a ser menos.
«Langosta» nos habla de un mundo distópico en el que los solteros están extremadamente perseguidos. Cualquier persona que en su mayoría de edad no tenga pareja, será detenida y llevada a un gran Hotel en un entorno idílico, en el que tendrá 45 días para conseguir pareja o será reacondicionado. Tanto si no se ha encontrado pareja, como si se ha sufrido una ruptura, o una muerte, es obligatorio volver a encontrar pareja en ese periodo de tiempo. Las únicas alternativas serán aceptar ese reacondicionamiento (mejor descubrir por uno mismo de que se trata) o unirse a los solteros, un movimiento que se opone a la imposición de tener pareja. David (interpretado por un magnífico Collin Farrel) ha sufrido una ruptura después de 12 años de relación y será llevado al Hotel para conseguir volver a tener pareja en el tiempo establecido. Aprender las normas y rutinas del Hotel será básico para superar el proceso de encontrar pareja (eliminar la masturbación de su día a día, participar activamente en los bailes de cortejo, escuchar los seminarios sobre las ventajas de tener pareja, tener contacto carnal con las doncellas sin nunca llegar al orgasmo…). Todo un sistema creado para que no existan los solteros, al que algunos individuos no están dispuestos a acogerse, por lo que han decidido escapar y convertirse en la resistencia. Una resistencia con otras normas y características en los que impera también el castigo y la dureza.
La obra no deja de ser el planteamiento de una idea que es recurrente en nuestra sociedad, llevada al límite: las personas han de vivir en pareja y los solteros no saben lo que hacen. También interpretada a la inversa: los solteros viven la vida que quieren y no han de ceder a la mundana vida en pareja. El partido de solteros contra casados llevado al extremo. La que dicen es una de las mejores películas de Yorgos Lanthimos no deja indiferente al espectador. El tono neutro de las actuaciones unido a lo esperpéntico de muchas de las situaciones planteadas (que beben la mayoría de vivencias reales miradas desde otro prisma), consiguen sacar una sonrisa y hasta alguna carcajada en muchos momentos, pero la película no se trata de una comedia. La obra es una reflexión sobre como afrontamos las relaciones de pareja o la vida en soltería, lo sinceros que somos con nosotros mismos y con la gente que está a nuestro alrededor y lo dispuestos que estamos a aceptar con las conveniencias sociales solo por sentirnos integrados en el grupo.
«Langosta» es desigual en sus partes. La primera parte centrada en el proceso de David dentro del Hotel, en ir descubriendo junto a él el funcionamiento de éste mundo distópico que lleva al extremo la búsqueda de pareja, es absolutamente hipnótico. Funciona como un reloj. El problema surge cuando ya tenemos todas las cartas sobre la mesa, y por lo tanto, disminuye el factor sorpresa. La segunda parte en la que el foco se pone sobre los solteros, decae en gran medida por ese motivo, nos faltarán conocer algunos detalles de esa resistencia soltera pero no serán en ningún momento tan chocantes como los vistos en la primera parte. Aún así, conocer el devenir de David en ese entorno, y sobretodo, disfrutar del personaje de la mujer miope (una siempre estupenda Rachel Weisz), es una razón de peso para querer conocer el final de la historia. Un relato que nos obliga a mirarnos a nosotros mismos y replantearnos muchos de los esquemas sociales y mentales con los que se organizan nuestras vidas.
Lo mejor: la idea entorno a la que gira la historia es brillante. Momentos hilarantes llevando al límite situaciones de costumbrismo. La primera parte centrada en el hotel. Las actuaciones de Colin Farrell y Rachel Weisz. Algunos choques violentos que cambian el tono radicalmente. La incomodidad que se transmite a lo largo del film.
Lo peor: su original propuesta se difumina en una segunda parte en la que decae el interés por su bajada de ritmo y por la pérdida de factor sorpresa, clave en la primera parte del film.
Nota: 8/10
Me quedo con…
«Langosta». La obra del director griego Yorgos Lanthimos muestra un mundo distópico en el que la vida en pareja y la soltería se tratan como una cuestión de pura supervivencia. No es una obra perfecta, pero la originalidad de su historia, su perfeccionismo a nivel técnico y sus actuaciones, hacen que la película nos haga reflexionar sobre nuestra propia sociedad y comportamientos. «Demon» por su parte, es la obra póstuma del director polaco Marcin Wrona, y a través de una boda polaca en la que se emparejan un chico extranjero y una novia del país, se nos muestra el choque entre lo tradicional y lo moderno, entre culturas, con una mezcla de comedia y elementos sobrenaturales que acercan la película al terror. Una interesante propuesta que flojea en su recta final y que por no tomar riesgos la pone claramente por debajo del film de Lanthimos.
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