Una nueva «Filmografía básica» en la que escojo cinco obras icónicas de grandes referentes de la dirección, la interpretación o del guion. En el primer artículo de la sección hablé del director Sidney Lumet. Para el segundo artículo propongo obras del que probablemente sea el director más reconocido internacionalmente de la historia del cine japonés: Akira Kurosawa.
«Rashomon» (1950)
En Kioto, en el siglo XII, bajo las puertas del destruido templo de Rashomon, se refugian de la tormenta un leñador, un sacerdote y un peregrino. El leñador y el sacerdote están desolados por un crimen, y el peregrino no deja de preguntar sobre lo sucedido. El leñador y el sacerdote narran el crimen al peregrino, tal como han escuchado a los diferentes testigos en el juicio.
«Rashomon» es considerada la primera gran obra maestra de Akira Kurosawa y ha influenciado con su particular narración a múltiples obras posteriores. En el Japón del siglo XII, en las ruinas del templo Rashomon, llega un peregrino para refugiarse de la tormenta. Allí un sacerdote y un leñador no dejan de lamentarse sobre unos hechos que dicen no entender. La curiosidad del peregrino hace que el sacerdote y el leñador le expliquen lo sucedido. Mientras el leñador paseaba por el bosque, se encontró el velo de una mujer, y posteriormente, se topó con un cadáver. Inmediatamente va a denunciarlo a las autoridades y un ladrón es detenido por la violación de una mujer y el asesinato de su marido. El leñador y el sacerdote están presentes en el juicio, y ven como los testigos no dejan las cosas nada claras sobre lo sucedido. El asaltante da una versión de los hechos que lo dignifica, explicando como la esposa se enamora de su talante y como se enfrenta y da muerte al marido en un combate épico. La mujer por su parte, habla de la violación sufrida por el ladrón, de su papel como victima y como al sentirse rechazada por su marido, acaba con la vida de éste en un acto de locura. Y por último, la versión del asesinado, que a través de una médium describe como su mujer le ha traicionado aceptando la vida que le ofrece el ladrón y en el que él, para mantener su honor de esposo, decide suicidarse. Ninguna de las historias acaba de satisfacer al peregrino que decide presionar al leñador para que le cuente su propia versión de los hechos. Las actuaciones pueden chocar, puesto que siguen el estilo japonés de la época, más forzoso y exagerado, diferente al que estamos habituados como espectadores occidentales, pero igualmente brillan a un nivel excelente. Akira Kurosawa se basa en dos relatos, «Rashomon» y «En el bosque» para escribir junto a Shinobu Hashimoto esta historia en la que se pone en duda los fundamentos de la verdad y de la mentira, la bondad o maldad intrínsecas en la naturaleza humana y la importancia de los puntos de vista al explicar una historia. En una época en que para Japón todavía era reciente la derrota en la Segunda Guerra Mundial, existía un pesimismo generalizado que se transmite en el mensaje que se muestra a lo largo de «Rashomon». Pero Kurosawa se guardaba un gran as en la manga: su desenlace. La miseria del hombre puede ser grande, pero siempre existe un acto de bondad absoluta y redención. La película consiguió en 1951 el Óscar honorífico a mejor película extranjera y el León de Oro en el Festival de Venecia. La mentira de la subjetividad.
«Los siete samuráis» (1954)
Una aldea de campesinos, en el Japón del siglo XVI, es constantemente saqueada por unos bandidos. Siguiendo el consejo del anciano de la aldea, deciden contratar a un grupo de samuráis para defenderse.
«Los siete samuráis» es la película más vista y conocida del director japonés. Obra cumbre, en la que a lo largo de sus más de tres horas de metraje se dan la mano múltiples géneros: drama, comedia, acción, bélico e incluso aventuras. En el Japón del siglo XVI, unos aldeanos cansados de sufrir los saqueos y vejaciones de un grupo de bandidos, deciden contratar los servicios de unos samuráis para poder protegerse. Sin nada mas que ofrecer que comida y después de muchos intentos fallidos, consiguen reclutar a siete samuráis. Juntos, se dirigen al pueblo para preparar la defensa, entrenar a los lugareños y esperar el ataque de los terribles bandidos. La película muestra de forma brillante los elementos que formaban parte de la sociedad japonesa de esa época, centrándose especialmente en las terribles condiciones de vida de los campesinos y en el papel del honor y el deber de los samuráis, que aceptan el encargo pese a recibir solo comida a cambio. La narración se toma su tiempo para explicar el contexto y definir perfectamente los perfiles de los personajes, hasta alcanzar el gran clímax final en el que se enfrentan a los bandidos en una serie de batallas espectaculares. Una composición de planos magnífica, como es habitual en Kurosawa, en la que cada encuadre está cuidado al milímetro (hay que fijarse en la colocación de la cámara y la disposición de los diferentes elementos dentro de plano, una absoluta genialidad) y una utilización de técnicas novedosas en su momento y que ahora son básicas en cualquier película: la cámara lenta para enfatizar determinadas acciones y la utilización de tres cámaras para rodar una misma escena (para obtener a la vez planos cortos, medios y largos de lo que está sucediendo). De nuevo nos topamos con la escuela de interpretación japonesa, donde es especialmente chocante el personaje de Toshirô Mifune como Kikuchiyo, el último y estrambótico samurái que se incorpora al grupo y que ofrecerá los momentos más excéntricos en determinados momentos, para en la recta final, sumarse al tono épico que alcanza la obra. El contrapunto al personaje de Mifune lo ofrecerá Takashi Shimura con una actuación más contenida interpretando a Kanbei, absoluto líder del grupo y estratega nato que dirigirá toda la defensa del pueblo frente a los bandidos. Una gran producción que supuso parones de rodaje por parte de los estudios en varias ocasiones, ya que entre otros muchos costes, Kurosawa se negó a rodar en un pueblo real e hizo crear un set gigantesco argumentando que cuanto más realista fuera el set de rodaje, mayor sería la calidad de la actuación de los actores. El resultado final le daría claramente la razón. «Los siete samuráis» ganó el León de plata al mejor director en el festival de Venecia. Una absoluta obra maestra.
«El infierno del odio» (1963)
Kingo Gondo es un gran ejecutivo de la National Shoe Company, una empresa que fabrica zapatos. Después de una acalorada reunión en la que se enfrenta a otros ejecutivos, recibe una llamada telefónica avisándole de que su hijo a sido secuestrado.
«El infierno del odio» forma parte de las obras del director japonés que no están ambientadas en el japón feudal ni están protagonizadas por samuráis, y que abordando otro género como el del cine negro, consigue crear una de las obras cumbres de éste. En su mansión en lo alto de una colina, Kingo Gondo está reunido con el resto de directivos de la National Shoe Company, una de las grandes empresas que fabrican zapatos en el Japón de los años 60. Los directivos de la empresa le proponen una alianza para derrocar al actual presidente, y Gondo, rechaza su oferta y los echa de la casa. Él ya tiene otros planes. Pretende comprar un mayor porcentaje de la empresa y así tener el poder para dirigirla sin necesitar de la alianza de nadie. Pero algo sucede esa noche. Recibe una llamada en la que un desconocido afirma haber secuestrado a su hijo y le exige una fuerte suma de dinero si lo quiere volver a ver con vida. Un chantaje al que no dudará en acceder, pero inmediatamente aparece su hijo en escena, mostrando el error del secuestrador, que se llevó al hijo del chófer en vez de al hijo del empresario. El secuestrador le exigirá igualmente el dinero aunque no se trate de su hijo, y Gondo tendrá que decidir si usa su fortuna para apropiarse de la empresa o para salvar la vida de un niño para caer después en la más absoluta de las ruinas. La obra se titula originalmente «Tengoku to Jigoku», «Cielo e Infierno», y es toda una declaración de intenciones de lo que será la película, dividida en dos partes claramente diferenciadas. Una primera parte sucedida en lo alto de la colina, en la casa del ejecutivo, donde tendrá que enfrentarse al tremendo dilema que se le plantea y en el que intervendrán en la discusión el chófer y padre del niño, la policía, su esposa, su mano derecha en el trabajo, el secuestrador (mediante llamadas telefónicas) y su propio hijo, en una puesta en escena que recuerda a «12 hombres sin piedad» por su teatralidad y brillante utilización del espacio. La segunda parte crece en ritmo y acción y se centra en la investigación policial para encontrar al secuestrador, bajando de la colina a los bajos fondos y mostrando un nivel de detalle que ha marcado claramente a cineastas posteriores como David Fincher («Zodiac» es el ejemplo mas claro de ello). Ningún elemento está tratado de forma azarosa, todo se analiza y lleva a algún punto en la investigación. Influenciado en gran medida por el mejor cine negro americano y por la propia nouvelle vague, en una época en la que el cine ya era en color, Kurosawa decidió realizar la película en un blanco y negro que se ajustaba mejor a la narración. Apuntar que en una escena, Kurosawa introduce una nota de color para hacer más potente la carga dramática, y años después, Steven Spielberg le rendiría homenaje con la niña del abrigo rojo de «La lista de Schindler». «El infierno del odio» estuvo nominada a mejor obra extranjera en los Globos de Oro y formó parte de la sección oficial del Festival de Venecia. Puro cine negro.
«Dersu Uzala (El cazador)» (1975)
Vladimir Arseniev es un capitán del ejército ruso que ha de realizar unas expediciones en la taiga siberiana. El territorio y el clima serán hostiles y no darán tregua al capitán y a sus soldados. Por suerte, conocen a Dersu Uzala, un cazador nómada que les ayudará a superar todos los contratiempos que surjan.
«Dersu Uzala» es la primera película dirigida por Kurosawa en el extranjero. En una época en la que el director había sufrido una profunda depresión y tenia mellada la reputación en su tierra de origen por culpa de sus dos últimas obras «Dodeskaden» y «Tora! Tora! Tora!» (cuyo rodaje comenzó Kurosawa y que recayó finalmente en las manos de Richard Fleitscher), éste tuvo que dirigirse a otro país para conseguir financiación. Fue el gran país soviético el que le dio un voto de confianza para rodar una nueva película enmarcada en una historia tradicional rusa. En la Siberia de principios del siglo XX, Vladimir Arseniev, un capitán del ejército ruso, ha recibido el encargo de realizar una expedición a la taiga siberiana para realizar unas prospecciones geológicas. Para hacerlo cuenta con la ayuda de unos cuantos soldados, pero las inclemencias del clima y la dureza del territorio hacen que la expedición no sea fácil. Una noche mientras el capitán y sus soldados se resguardan del frío, aparece un cazador nómada que comienza a charlar con ellos de forma hospitalaria. El cazador se llama Dersu Uzala, y se convertirá en su guía, salvador y amigo. La película nos habla de como un pequeño hombrecillo que vive en el bosque, inicialmente es tomado por supersticioso e ignorante por las tropas, para poco a poco, ir consiguiendo ganarse el respeto de todos al mostrar su valía, conocimientos y admiración por la naturaleza y todas las formas de vida. Vladimir conecta con él desde el principio, hasta tal punto que las vivencias que compartirán forjarán entre ellos una profunda amistad. El capitán ruso y el cazador se separarán y con el tiempo se volverán a encontrar, pero Dersu, habrá perdido parte de sus facultades y su carácter se habrá vuelto más agrio. La amistad, el enfrentamiento entre culturas, la supuesta superioridad de la civilización frente a la vida rural, la decadencia de la vejez… muchos son los temas tratados con profundidad en la película de Kurosawa. El film está basado en las memorias del propio Vladimir Arseniev, y en como compartió expediciones con Dersu Uzala, memorias que fueron adaptadas anteriormente por Agasi Bayan en 1961, pero no fue hasta llegar la obra de Akira Kurosawa cuando alcanzaron el renombre y las cotas de excelencia que ahora conocemos. «Dersu Uzala» consiguió alzarse con el Óscar a mejor película de habla no inglesa, el Gran Premio en el Festival internacional de Moscú y el premio al mejor director extranjero en los premios David Di Donatello. Una gran oda a la amistad y a la naturaleza.
«Ran» (1985)
En el Japón medieval, el señor Hidetora decide repartir en vida sus dominios entre sus tres hijos. El hijo menor cree que esa idea solo conllevará problemas, lo que provoca el enfado de su padre y el destierro del hijo. Pronto Hidetora descubrirá su error cuando la ambición de sus hijos desate un gran enfrentamiento en la familia.
«Ran» es considerada la última gran obra maestra de Akira Kurosawa y aparece en muchos listados como una de las diez mejores películas de la historia del cine. Una obra apabullante que puede alejar a muchos espectadores por su duración, tono teatral o lo exagerado de algunas de sus actuaciones (una vez más, siguiendo las pautas de la escuela de interpretación japonesa), pero a la que hay que reconocerle una complejidad y belleza alcanzables solo por un director de su trayectoria y madurez artística. La caída del poderoso clan Ichimonji será narrada con detalle y pomposidad, arrancando con un suceso que desencadenará toda la tragedia: el señor del clan, Hidetora, decide abdicar y dar el control de su reino a sus tres hijos, Taro, Jiro y Saburo. Hidetora ha hecho crecer su imperio a base de traición y derramamiento de sangre, así que cuando su hijo menor Saburo le pone en duda su decisión al dar por hecho que sus hijos le serán leales, Hidetora toma el comentario como una ofensa y lo destierra inmediatamente. A partir de este momento, las traiciones y enfrentamientos entre Taro, Jiro, Saburo y el propio Hidetora se sucederán de forma constante y descarnada, teniendo un papel fundamental en las luchas internas de la familia la esposa de Taro, una mujer llena de odio, cuyo único objetivo es manipular a su esposo para alcanzar la preciada venganza. Los enfrentamientos entre los miembros de su clan, harán que Hidetora pierda la cabeza, y acompañado de su bufón, divague por sus tierras en un viaje que oscila entre la locura y la lucidez, reflexionando constantemente entre los hechos del pasado y del presente. Su aspecto y actuación, hacen próximos el relato al Kabuki, un tipo de teatro japonés en el que los personajes usan maquillajes muy elaborados y las actuaciones son exageradamente trágicas. Los enfrentamientos dialécticos entre los personajes serán constantes y supondrán la mayor carga dramático del relato, pero no serán los únicos, en la obra se derramará mucha sangre. Las grandes, épicas y cruentas batallas son uno de los estandartes de «Ran», y sin embargo, están filmadas con gran belleza y simbolismo, donde movimiento y color sirven de metáfora para reflejar los sentimientos de los personajes. El orgullo, el honor, la avaricia y la venganza a través del desmoronamiento de una familia y de un imperio. «Ran» se inspira en la leyenda del daimyo Mori Motonari y en la tragedia «El rey Lear» de William Shakespeare y consiguió obtener el Óscar al mejor vestuario, el premio al mejor director extranjero en los premios David Di Donatello y dos BAFTA a la mejor película extranjera y maquillaje. Traición y lazos de sangre.
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Buena selección. Aunque Kurosawa tiene al menos 20 filmes de mucha calidad.
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Gracias por tu comentario. Y respecto Kurosawa, es uno de los grandes directores de la historia del cine, no ha sido fácil escoger únicamente 5 películas de su extensa filmografía.
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